Madre sin igual
Madre, aún recuerdo, el primer abrazo, que de corazón, te di, era tan pequeña frente a ti, pude sentir tus ojos sobre mí.
Te reconocí en esa montaña, cuando pensé que no habría otro mañana, corrí a ti, te vi sin enojo, no te importó las culpas que pesaban en mí, permaneciste allí.
Sin importar nada, me arrojé a tus brazos y lloré, mientras sentía tus manos acariciando mi cabello, cual consuelo alivianó mi corazón.
Y me acordé de tantas veces que contigo pude vencer, de tantas victorias que fueron sólo gracias a ti, eres la razón por la que sigo y seguiré aquí, de pie.
Scarlett-Oru