Darío Méndez

Amores perdidos

 

Ya no canta el jilguero, su alegre melodía,

enmudece día a día, entristecido en su nido.

Las hortensias ya no lucen su belleza en las mañanas

Y el jazmín, perimido, no huele más como ayer.

 

La luna, a media asta, como un ojo entrecerrado,

ya no brilla como antes, cual farol en la tormenta.

Su silueta como viuda cabizbaja y sollozante

Con tristeza agonizante llora sola tu partida.

 

He buscado en otros labios el sabor de los tuyos,

cada parte de tu cuerpo, en otros cuerpos busqué.

Cada brillo de tus ojos, que alumbraron mi sendero.

Como rumiante viajero, en otros ojos vagué.

 

Te recuerdo como fuego, que marcó mi triste alma,

y bendijo en mi lecho tu aroma de Chanel.

Ahora muere en otros brazos, lo que queda de mis brasas,

 y susurro por las noches el amor que te negué.