Sentí tus labios
y un leve escalofrío,
rozó mi cuerpo.
Eran tus besos
caricias celestiales
que me dejabas.
Y me encontré,
soñando entre tus brazos
en plena noche.
Unas estrellas,
sus besos nos mandaban,
desde los cielos.
Eran susurros,
suspiros con mil sueños
para nosotros.
Y me dormí,
volando, y escuchando,
de ti, una nana.
Vino el sopor,
la bruma con los sueños
y tu sonrisa.
Y nos amamos,
despacio y sin palabras,
parando el tiempo.
Fuimos felices,
viviendo y disfrutando
de aquel momento.
Sentí tus labios,
te dije que te amaba
y sonreíste.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/24