Vestí a mi alma de silencios
mi sombra aprendió a moverse con sigilo,
mi espíritu se desprendió de mi carne
mis lágrimas bebieron del olvido.
Caminé entre recuerdos
me refugié en amores sin sentido,
respiré tanto dolor y tanta ausencia
que me hicieron pensar distinto.
Me fue devorando el tiempo
y al pasar todo quedó destruido,
conté a los sueños que emigraron
y alrededor de mí todo quedaba marchito.
Nada fue exacto en su momento
ni nada fue una trampa en mi destino,
pronto se silenciaron las voces
y fui quedando yo a lo largo del camino.
Yo que me dejé llevar por el viento
y supe caer perdiendo mi equilibrio,
que sentí las cadenas de la muerte
que buscaban a mi vida en profundos abismos.
Aún estoy aquí con mis versos
haciendo de mis tristezas algo distinto,
para que tiemblen aún las soledades
¡Que estoy aquí y aún yo no me he ido!