En las tardes de otoño,
y también de invierno,
salgo a buscar mis musas.
Entre hojas que hacen rondas
al son del viento,
me parece verlas,
detrás de los árboles,
bailando
con sus vestidos de seda.
Las observo hermosas
pero inalcanzables.
Un hermoso gato
blanco y negro,
se cruza en mi camino,
y me olvido de ellas.
Que jueguen,
que bailen,
mis liberadas musas,
y vuelvan
a mis páginas,
en blanco.