A veces, atrapado en la oscura
gravedad de la monotonía,
obsesionado con los viejos fantasmas,
prisionero de las viejas heridas,
pienso en lo frío que es mi mundo
sin el calor de tus sonrisas.
¡Cuán coloridos eran los paisajes
cuando se reflejaban en tus pupilas!
El canto de las aves era más bello,
las mariposas batían sus alas en armonía,
las hadas tejían guirnaldas doradas,
el viento nos obsequiaba gentiles caricias.
Pero uno a uno los milagros huyeron:
donde hubo rocío ahora hay gris ceniza,
de nuestros bosques y primaveras
solo quedan flores tristes y marchitas,
los ángeles perdieron su voz,
las estrellas ya no brillan...
Tu ausencia aún duele
como el primer día.
A veces imagino que vuelves
y que todo fue una pesadilla
pero ¡ay! abro los ojos y no hay nadie más
que yo
en esta melancólica habitación vacía
llamada mundo,
llamada vida.