Fiorella F.

La guitarra y el chico

Él recorre las calles en soledad, con pasos torpes y pies helados.

 

Vive con urgencia, pues una cuerda de su guitarra se ha roto, y ahora su melodía solloza.

 

Intenta repararla con sus largos y delicados dedos, pero es en vano. La guitarra chilla más fuerte mientras otra cuerda lentamente se rompe.

 

El chico de largas pestañas solo observa, esperando su sentencia, pagando poco a poco por la sangre de su padre.

 

Atrapado en la desesperación de proteger esas delicadas velas de sus propias llamas, olvida que la suya propia se consume. Ahora, yace pálido sobre la madera de su guitarra, esperando que alguien continúe su melodía.