Una estrella de más (Cuento)
Claribel era una niña que vivía en una casa de paredes de cielo. Era inquieta y muy curiosa, y fue precisamente esa inquietud y esa curiosidad, quienes poco a poco la convirtieron en soñadora. Tanto es así que cada noche estrellada contaba minuciosamente las estrellas y sabía de memoria la ubicación de todas y cada una de las constelaciones.
Un día Claribel cansada de que su conteo estrellado le diera siempre la misma cifra, decidió volar y unirse a las estrellas.
Si tú un día te vuelves soñador como Claribel, y al igual que ella te decides a contar las estrellas, no te asustes si cuando cuentes te da una de más, ya sabes que es ella, que brilla con luz propia, pues desde entonces no ha vuelto a bajar a su casita de paredes azules.
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Llorones por nada
Voy a dar mi opinión
de manera comentada
para hacer breve mención
de quienes lloran por nada.
Vi a una persona llorar
por un supuesto dolor,
pues vio la tarde crepuscular
perder todo su color.
Y lloraba inconsolable
de manera que entristece
al ver que el viento en la tarde
las hojas de los árboles mece.
Lloraba porque cantó el gallo
en horas de la mañana
y porque relinchó el caballo,
y porque dio saltos la rana.
Lloraba con mucho frenesí
casi que dando gritos
porque vio que la letra “i”
tenía arriba un puntito.
Llora dando pataletas
despertando al vecindario
pues descubrió que la “zeta”
es la última del abecedario.
Llora porque el sol es amarillo,
llora porque es azul el cielo,
y llora porque los anillos
se colocan en los dedos.
Y yo con este verso termino
y me van a perdonar
porque estoy que ya me animo
por comenzar a llorar.
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