Cuantas veces he llorado
por un beso envenenado,
sin que aún haya sentido
ese amor tan esperado.
De mi vida me arrepiento,
por este eterno tormento,
de causar tanto lamento
fingiendo amores al viento.
Ahora lloro de anciano
al final de mi camino,
por mi pasado cretino,
pues no enmendé mi destino.
Así confieso mis dramas
que solo tú los abrazas
a pesar de estas mis rosas
llenas de agudas espinas.