Qué momento tan escaso
y extendido,
como una tarde otoñal
que supone su potencial
dormido.
Qué estado tan apremiante
e ingenuo,
como el difundir de sus halagos
en la incendiada piel.
Qué acelerada existencia,
sin querer, se aleja
como un sueño crepuscular.
Qué crecida memoria
de insidiosa evocación,
que cuando no esperas
te cristaliza.