La envidia carcome el alma
y el odio se la termina;
no hay frutos que den las plantas,
que vengan de otras semillas.
Dolores trae la rabia
igual que las injusticias
que algunas, tal vez se callan,
mas otras, siempre se gritan.
El ojo que es envidioso
también se vuelve mezquino,
malévolo y también tosco
haciendo muy bien su oficio.
Dejadlo, que poco a poco,
terminará su delirio.