La luz de las estrellas
ilumina tenue,
los cuerpos de los amantes clandestinos
que se han congregado,
lejos de las miradas repulsivas,
de las miradas compasivas,
de los reproches.
Ellos, juntos,
transitan libres y gobiernan
en el mundo que han formado
y el tiempo, cómplice,
se vuelve inmóvil,
indiferente, ajeno.
Incontables palabras se unen,
formando románticas cascadas,
excepcionales afluentes musicales,
que cautivan y embriagan sus sentidos,
y se enraízan
en sus corazones agitados.
Sus ojos descubren,
cada vez que descansan en sus cuerpos,
atractivos lugares ignorados,
minuciosamente exploran,
olvidando sus pudores.
Sus manos,
revolotean,
como aves hermosas,
alrededor de sus cuerpos
de fragancias exquisitas y misteriosa.
Complacencia recíproca,
sin premuras, sin censuras.
Desprendido despliegue
de ímpetus desenfrenados,
incontenibles…locura.
POR: ANA MARÍA DELGADO P.