Ana Maria Delgado

PARAÍSO AÑIL

 

La luz de las estrellas

ilumina tenue,

los cuerpos de los amantes clandestinos

que se han congregado,

lejos de las miradas repulsivas,

de las miradas compasivas,

de los reproches.

 

Ellos, juntos,

transitan libres y gobiernan

en el mundo que han formado

y el tiempo, cómplice,

se vuelve inmóvil,

indiferente, ajeno.

 

Incontables palabras se unen,

formando románticas cascadas,

excepcionales afluentes musicales,

que cautivan y embriagan sus sentidos,

y se enraízan

en sus corazones agitados.

 

Sus ojos descubren,

cada vez que descansan en sus cuerpos,

atractivos lugares ignorados,

minuciosamente exploran,

olvidando sus pudores.

 

Sus manos,

revolotean,

como aves hermosas, 

alrededor de sus cuerpos

de fragancias exquisitas y misteriosa.

 

Complacencia recíproca,

sin premuras, sin censuras.

 

Desprendido despliegue

de ímpetus desenfrenados,

incontenibles…locura.

 

POR: ANA MARÍA DELGADO P.