jvnavarro

DIARIO DE VERANO LII (DÍA DE DUELO)

En este jardín en el que estoy
con sus terrazas colgantes,
con pinos y no más especies vegetales
a sus alrededores,
suenan bajo las estrellas del cielo
las voces de los niños
a asuntos diferentes.

De juegos trata el asunto,
nadie se escapa
de ser algo parecido
a Alicia en el País de las Maravillas.

Es como si uno estuviera
en la voz de los niños
con sus risas, presente.

Recuerdo, ahora mismo
en que la felicidad es un caramelo fácil,
los pinos de otras épocas
en aquella Mancha polvorienta de hambre,
con los tábanos picando,
con los animales saliendo de las cuadras,
con el día todavía por abrirse
y en ello el ajetreo de los carros
como si fueran muelas rompiendo huesos,
clavado todo en mi frente.

Recuerdo aquellos pinares
en los que cantaban las cigarras,
chirriaban amores y desconsuelos varios,
un verso repetido el suyo,
cuyo su sentido era el mismo
y para lo de siempre.

Pinos de copas altas con sus piñas
semejantes estas a racimos de bombas
que de ser cogidas
y en las chimeneas quemadas
explotaban para nuestro deleite,
ya sus piñones convertidos
en dulce artillería
en mitad de un hermoso combate,
ya las bocas abiertas para su deleite.

Que sabor tan grande
la de aquella Mancha de mi niñez
ya hace ciclos esta concluida;
con los galgos corriendo entre las parvas;
el viejo molino allí clavado
desoyendo al tiempo y conservando su altivez;
ya últimos resquicios de un Quijote
que en nada resucitará
para clamar venganza,
al ver a sus enemigos
ahora espigados obeliscos
con sus cabezas convertidas en ventiladores
que solo rasgan
la insensatez del ser humano,
esa que deja que el sol huya
y que las corrientes de las aguas
se rompan sin más
sobre los acantilados de nuestras vidas.

Así queda este día
ya de vuelta de un funeral largo
en memoria de Federico García Lorca,
por aquí alguno de sus personajes,
Bernarda Alba, Yerma, La Novia, Don Cristóbal, Mariana Pineda,
romances y penas, gitanos y guardias civiles,
bellas mujeres, Granada, la soledad, la luna y el aire,
tantos que en este poema más ya no caben.

¡Por ti Federico García Lorca
va este poema de locura
que del ruedo de mi vida
sale indultado
por su puerta grande!

Si hubo un torero que bien fue tu amigo,
Ignacio Sánchez Mejías
también está aquí presente
en este pequeño para ti homenaje.
De Federico fue su llanto,
lo mató un toro manso astifino
de nombre Granadino.