Yeshuapoemario

Sométanse a toda creación humana  (1 Ped. 2:13)

 

En el vasto tapiz de la fe, cada hilo se entreteje con cuidado,

siguiendo el diseño de un gran tejedor.

Las instrucciones divinas, como estrellas en la noche,

guían a los fieles en su viaje, ofreciendo luz y dirección.

 

Los ancianos, sabios y serenos, mantienen el rebaño unido,

con la palabra y el ejemplo, su amor nunca escondido.

En tiempos de calma o en la tempestad,

son faros de esperanza, de caridad y verdad.

 

La obediencia, un eco del pasado resonante,

es un acto de confianza, humilde y constante.

Como los primeros cristianos, dispersos pero fuertes,

los hermanos de hoy, en su fe, encuentran su norte.

 

Aunque las catástrofes sacudan la tierra,

y los conflictos agiten las aguas de la vida,

la comunidad persevera, con resiliencia da certeza,

que la fe y la esperanza son su eterna fortaleza.

 

Los desplazados, aunque lejos de su hogar,

en la palabra hallan consuelo, un nuevo comenzar.

La predicación, su misión sagrada,

les recuerda el Reino, su promesa esperada.

 

En la proclamación de las buenas nuevas,

encuentran un propósito, una alegría que renueva.

El Reino de los cielos, su meta y su guía,

les otorga paz, en cada nuevo día.

 

Así, en la comunión de los fieles y devotos,

se teje una historia de resistencia y de anhelos.

Un mosaico de almas, en armonía y en paz,

unidos en su esperanza, en su divino andar.