Buscando de luz la ventana
hallé del dolor su hendidura;
que ofrece la triste amargura
que todo lo nubla y profana.
En vez de armoniosa campana
que tañe la tierna dulzura
hallé del pesar su tortura
con negra traición inhumana.
Oculto en su mágica esencia
estaba el puñal asesino;
que mata de amor su inocencia
rompiendo su origen divino;
con cruel y mortal inclemencia
llenando de cardos mi sino.
Autor: Aníbal Rodríguez.