Alzó su vuelo el Águila Vidente,
Hacia las cimas de la luz radiante.
Hendió los cielos con su mirada intensa,
Bebiendo el néctar de la Esencia inmensa.
Contempló el ritmo de las esferas todas,
El eco mágico de las divinas odas.
Escuchó el coro de los serafines,
Entonando himnos en los altos confines.
Vislumbró el fulgor de los mundos distantes,
Las danzas cósmicas de los astros deslumbrantes.
Percibió el pulso de la Vida Eterna,
Latiendo al compás de la Unidad Suprema.
Sintió el abrazo de la Verdad Divina,
Que todo lo envuelve y todo lo ilumina.
Y desde aquellas cimas de esplendor sin par,
Descendió con su visión para revelarnos lo Celestial.
Ahora nos guía con su mirada clara,
Nos muestra el sendero que a lo Eterno para.
Pues la Vidente ha abierto nuestros ojos,
Para contemplar la gloria sin enojos.
Con el alma llena de alta ciencia,
Aspiramos a la Sacra Omnisciencia.