Siempre dejabas abierta la ventana,
Para poder escribir en la lluvia,
Para poder escapar a la mañana.
Siempre dejabas abierta la persiana,
Para tocar lo que la luz cubría,
Por ser un poco mundana.
Siempre cerrabas tu corazón,
Sin buscar entre sus espinas
La locura, la razón…
La pausa y sus excusas.
Dejabas entreabiertos los ojos,
Para pretender verme,
Para fingir entenderme,
a mí y a los otros siete locos.
Todos tenemos nuestras mañas,
Tú tenias la ventana,
y el delirio de los derrumbados,
tiempo de su tiempo,
escapando al esplendor,
de un instante,
abandonado al sopor,
del viento,
entintado rosicler,
siendo tú misma,
deslumbrante por doquier.
Cierra la ventana, una vez más,
Caricia de mi alba,
Distante y fugaz,
Ilusión de una calma,
Que se evapora cuando no estás.