Calma, tranquila calma
espejo del mar y sus aguas
vuelves tormenta en bonanza
mientras tu fuego se apaga.
Eres el cielo; te claman.
¡Como te adueñas del alma!
¿Por qué tus pasos en calma?
¡Mojas la espera de lágrimas!
Calma, callada calmas.
¡Y no por ello, el dolor pasa!
Solo se calman los vientos
que en su locura desatan.
Te evade el mar en su ira.
Sabe que así siempre ganas.
Luego, en silencio, agradece
cuando sus olas amansan.
Eres majestuosa dama
garantía asegurada.
¡No hay más deseo soñado
que ese que en tu alma descansa!
Eres un sueño despierto.
¡Eres locura deseada!
Eres valiosa promesa...
¡Prenda que nunca se paga!
Calma, vestimenta del alma
¿Qué guardas cuando te callas?
¿Qué esconderás en tu espalda?
¿Qué vendrá cuando te vayas?
Autora: Emitza Santana