La miro, su luz vibrante detiene mi mano y veo la sonrisa seductora en su andar.
Hay noches que no llega a la ventana, no alimenta con sus destellos mi almohada.
La busco como el caminante perdido; henchía con dulzura las palabras, es fría.
-Quién la nombra así-
El enamorado por adorarla; si fuera flor, la quiero en mi casa.
La palpo con vértigos en la mirada y llega, para inspirar el alma.