Las gotas de lluvia al caer
repiten constantes tu nombre
como el zumbido de un enjambre,
de abejas al atardecer.
En el bosque, al anochecer,
los duendes encienden las lumbres,
y en corro cantan sus costumbres
bailando hasta el amanecer.
En el callar del renacer,
oigo de tu voz ese timbre,
que intuye el oculto renombre,
de tu rosal al florecer.