Sentado bajo el mismo árbol
contemplando el mismo horizonte
derramando llantos y suspiros
muy sólo te sigo esperando.
No sé si era febrero o marzo
pero era una tarde lluviosa
con enigmática sonrisa, dijiste
espérame, por ti regresaré
Abrazado al silencio del atardecer
sentado al borde del precipicio
contemplándo a las gaviotas
que hambrientas revolotean, te espero.
Aún recuerdo el café azucarado
que tomamos en la mesa del rincón
para que nadie viera los besos fortuitos
que ansiábamos entregarnos.
Este no es un poema ni nada de eso
es simplemente un mero recuerdo
de las promesas que hacíamos
al pintar las estrellas de mil colores.
Aquí me tienes abrazado a la esperanza
de volver a besar tus llantos
de acariciar tus suspiros, de cantar un bolero
mientras el atardecer tristemente muere.
Lima, 21 de agosto del 2024
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