I
Las voces de la noche,
suaves y eternos pétalos,
hablamos solos,
mirando el techo,
nadie escucha el suave murmullo,
y reímos con nuestros amigos
imaginarios,
y guardamos el poema
en la quietud del silencio.
II
Llegamos a la cima
con ansias cristalinas,
la magia en cada palabra,
la entrega en cada verso,
abrimos las ventanas...
y entran ellos,
sí, los muertos,
guardamos los pétalos
entre las hojas del libro viejo,
escribimos y reímos...
soñamos despiertos.