Como nube que se extiende
sobre la noche de mis penas,
el frío del silencio abraza
los pasajes fortuitos del deseo
y hace sobresaltar
cada uno de mis íntimos anhelos.
Para sobrevivir hay que desear
ser ilusión sobre la escarcha del tiempo,
amor entre los labios o caricia sobreviviente
de holocausto en piel ajena;
estrella o sol
que gire sobre un eje sin dilemas
en universo nuevo.
Como espacio que se alarga por demás
cuál flecha sin destino y derrotero,
así es el mañana que no llega
y el ayer salió a pasear
más el presente, toca en la puerta
con su capa damasquina de sorpresas.
Arriba la noche y todavía
la soledad silente y sigilosa
me acecha como lobo a su presa;
las rosas duermen, el autillo canta
y la silueta de mujer que no existía
se dibuja bajo la luz de un farol viejo,
con paso firme y muy segura
continúa su caminar a mi aposento.
La vida continúa, el dolor se aleja
tras el humo del cigarro y el ocaso,
que me abraza.
Autor...reh