Se quejan del panadero
los clientes que han comprado
y el panadero responde
que su pan es de primera
y él lo vende “regalado”.
Llega el poeta y escucha
que el pan es “regalado”;
pide el suyo y se marcha
sin pagar lo que ha comprado.
El panadero reclama
y el poeta simplemente
paga el pan con un poema
que el panadero bien lee
y se da por bien pagado.
Al día siguiente el poeta
por su pan llega temprano,
y el panadero le entrega,
envuelto en aquel poema,
el pan que ha fabricado,
diciéndole al señorito
que con tales poemitas
el pan le queda muy malo.
El poeta no se inmuta,
ni se da por afectado.
Mira fijo al panadero
y le dice muy pausado:
con esos panes que vendes,
a precio de regalado,
no hay poeta en este mundo
que no escriba jorobado…
Frank Calle (12-abril-2019)