El trago amargo de la despedida,
también es un trago amargo en la vida,
donde se vuelve mortal la bebida,
ya que, por alguna manera, a todos,
ese brindis nos abrió alguna herida…
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Si vas a hacerme mal, haz lo que debas,
y lo que hagas, no digas tus razones...
cuando se me quite el aire y yo me muera,
quizás, entonces, te extenderé mis mil perdones.
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Que mejore todo hecho acontecido
que nos toca en la vida transitar
y que el Señor nos haya reconocido
cuando fue correcto nuestro buen andar.
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Es más bello lo simple, por su belleza,
que lo más hermoso, por complicado.
Habla bien de él, lo sencillo, en simpleza,
y siendo grandioso ¡lo que uno ha logrado!
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Y que, dentro de lo bello y su grandeza,
de lo que uno ha podido conquistar,
en el mejor postre de la Vida, la cereza,
¡es lo que nos atrevimos a vivir y amar!
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Eduardo Faucheux
23-09-2013