Un romance no se escribe
con palomas sin alas
o escarlatas del olvido,
un romance no se escribe
con las hojas recicladas
de un domingo descansado,
un romance no se escribe
intentando acordarse
de las sobras del pasado.
Pero sí, quizás, se escribe
entendiendo que entre tanto
solo queden las palabras
sin orgullo y sin alivio
nacidas desde el viento
decoradas con el llanto,
certeras de la vida,
que se envuelve en los placeres
de la pasión, el mar y el canto.