Desde lo alto de la montaña, se puede observar como el sol se despide, cediendo su lugar a la noche. Los animales huyen de la oscuridad, mientras un viajero se guía por el fuego para regresar a su hogar.
Desde la distancia, los grandes humos se alzan, y el errante apresuran sus pasos. Allí, en la fogata, vislumbra a su amor danzando con las sombras de la noche, mientras las luciérnagas ofrecen un espectáculo mágico.
En la danza hipnótica, sus almas se entrelazaron, formando un solo ser. La noche, testigo silente, presencia la fusión de una existencia nueva. Las estrellas, como faros en el formamento, dieron su bienvenida.