El Corbán

LA GOTA SERPENTEANTE

Entre vapor y espuma, en la ducha tibia,

nace una gota, que con gracia se desliza,

por la curva de su espalda, suave caricia,

trazando caminos de pasión en cada brisa.

 

En aquel templo del agua, su piel se desnuda,

la gota ardiente, y su descenso insinúa,

desliza su pasión, lenta, tan profunda,

por el valle de su espalda, donde el deseo se acentúa.

 

Es un hilo de húmedo fuego que su piel encierra,

besa delicadamente sus hombros en invisibles caminos que se entierran,

se arrastra con lujuria, en cada curva y perfecto pliegue, siente que se aterra,

y en su espalda desnuda, muerde el placer al que se aferra.

 

El vapor la envuelve, su cuerpo se entrega,

la gota danza, suave, en su piel que se pliega,

cada centímetro arde, su humedad navega,

como un amante líquido, que en su cuerpo se ciega.

 

En su cintura se pierde, su roce se clava,

y en ese momento, el deseo se alza,

la gota la recorre, su ser desarma,

y en la penumbra del agua, su pasión abraza.

 

El agua la consume, en su piel se derrama,

cada gota es un verso, en su cuerpo proclama,

y en el último suspiro, en su espalda se inflama,

dejando un rastro de fuego, donde el deseo la llama.