Hoy en cenizas dejaré tus recuerdos en el viento,
dos cartas de amor que florecieron en mi tormento.
Yo, en soledad, te he esculpido con dolor y devoción,
algunas veces un susurro, otras un clamor sin razón.
Tu querer, como humo etéreo, se disolvió en el cielo,
dejó en mi ser un eco, un desgarrado desvelo.
Y en el fuego que devoró lo poco de mi esencia,
observé cómo ardía la luz de mi impotencia.
Cada deseo, un lamento, un gemido en la penumbra,
en la llama se oculta el cuento que el amor deslumbra.
Mi existencia quedó herida, un abismo que no calla,
por tu corazón marchito solo el polvo se halla.
Aunque el tiempo intente borrar lo que en mí sembraste,
las cenizas que dejamos, atesorarán lo que siempre olvidaste.