~ * ~Sinopsis:
~ * ~Fabián cree que en otoño siempre se desnuda el equinoccio de hojas secas y clandestinas que en primavera fueron creciendo y con ese otoño un amor que nunca volvió a él…
Sucesos:
Es el equinoccio otoño del año 1910 cuando ya casi finaliza la segunda industrialización a florecer en el mundo actual. Fabián es un hombre de fe y de ardua labor cuando con machete en mano corta la caña de azúcar en la Hacienda La Huella. Fabián llega al bar cercano a la Hacienda La Huella buscando una bebida para tomar y calmar la sed y conoce a Rocío, una mujer del bar muy conocida en el área aledaña a la Hacienda La Huella. Fabián es un hombre rudo, tenaz, audaz y ávido en la esencia en ser el mejor cortador de caña de azúcar. La vida es para Fabián de labor laboriosa cuando en el afán en conocer a una mujer eran mínimos los deseos hasta que conoce a Rocío, una mujer del bar que últimamente no pernocta en el bar desde que sucedió el mal sucedido con Fabián y con otro hombre por el amor de Rocío. Fabián, ese día, quiso tomar más de tres botellas en la cantina dejando la pea en embriaguez de sus propias venas. Ese día, pernocta un hombre al bar cercano de la Hacienda La Huella para poder amar a una mujer del bar, pero, todas las mujeres estaban ocupadas menos la única mujer llamada Rocío. Ése hombre quiso tener amoríos o ¨affair¨ con Rocío y Rocío se niega buscando un altercado frío entre ése hombre y ella. Fabián que por casualidad visitó al bar esa noche se entromete con la camorra entre ése hombre y Rocío llegando a los golpes. Fabián le propina un fuerte altercado dejándolo caer al suelo como un solo mezquino inmundo, a ése hombre salvando el amor de Rocío. La vida para Fabián crece como las rosas en abriles por haber dejado un capullo de rosas sembrado en la Tierra. Rocío agradecida por el intercambio de un altercado frío agradece por haber sido salvada por un verdadero hombre que la hace sentir una mujer indeleble en el amor. Fabián conoce a Rocío, una mujer prostituta que lleva en su nombre el pecado del sexo y la tentación fría en la piel mortificando la espera por un verdadero hombre que la ame, que la respete y venere en virtud su amor. Rocío logra cruzar los estándares más vacíos de un bar cercano y aledaño a la Hacienda La Huella. Rocío, una mujer de la calle, hace que Fabián se enamore de ella y con tantos problemas que ella posee, sí, logró que Fabián se enamorara de ella. Rocío, una mujer que llegó desde hace mucho tiempo a trabajar y a ofrecer sus servicios como prostituta en ese bar aledaño a la Hacienda La Huella sólo es ahora la novia predilecta de Fabián, el campesino o recolector de la caña de azúcar en la Hacienda La Huella. Si Rocío en el albergue de su propio corazón abrió una senda o un atajo para que Fabián entre con el latir fuerte que posee a su insistente y persistente corazón y todo para amar a ésa mujer que la calle le enseñó de todo menos a amar a un verdadero hombre como a un amor que llega y lía en el corazón de una mujer a sabiendas de que la mujer sea lo que sea y pueda ser una mujer bien amada. Rocío llegó en un momento dado en su cruel vida y desde su más terrible vida para crear a toda una vida llena de amor y de pasiones vehementes y hacia un amor de esos como si hubiera sido de la adolescencia aún. Rocío acepta el amor de Fabián porque a la verdad que necesitaba a todo hombre rudo, raudo, audaz, tenaz y ávido en las pasiones y todo por una mujer que él quisiera amar. Fabián un hombre de mediana estatura, y su piel curtida por el sol de otoño, con una fuerza extrasensorial, e indeleblemente en el amor a cuestas de la sola soledad que a ambos le embarga en su cruel destino y en su camino lleno de infelicidades. Fabián ama con locura a Rocío, y todo porque aprendió a entablar una conversación con ella y ella le enseñó a conocer su lado más oscuro como el más claro. La vida de Rocío no fue una vida fácil como así lo creen muchas personas, por las cuales, se torna más insegura la vida de Rocío. Si Rocío muchos hombres la aman en el sexo o como es una mejor consejera en el amor, ella se sienta en las mesas del bar a brindar y a ofrecer buenos consejos llenos de amor, de amoríos y hasta en saber que el alma y el amor pueden amar sin consentimiento alguno.
Es el equinoccio del otoño del siglo XX, por el cual, ya casi está por finalizar la segunda industrialización mundial. Y Fabián aún con machete en mano para ir a cortar la caña de azúcar si era el más diestro de todos los campesinos de la región y más del pueblo rural. Fabián creó y automatizó la espera en creer que su machete está amolao y que en la Hacienda La Huella era él el más diestro de todos los campesinos y así que era hasta que se enamora de la mujer equivocada cuando se enreda el corazón y el alma y todo pensamiento a enfrascarse en el tormento amoroso de una vida y tan enamorada de Rocío. Fabián recorre de punta a punta, de esquina a esquina al bar cercano para buscar a la mujer llamada Rocío, por la cual, tiene a Fabián de cabeza queriendo derribar la mala suerte en un solo amor en el corazón. Cuando en el camino pernoctando hacia el bar más aledaño a la Hacienda La Huella sólo fue en busca de un amor como de costumbre y solventar la forma en atraer el amor en el mismo corazón y así fue que halló lo que nunca a Rocío, a la mujer que lo tiene sobre un patín. Cuando en el albergue de un solo corazón se fue de rumbo y por un camino oscuro a medianoche y tan tenebroso como misterioso se halló a su mejor amigo Rolo y le cuenta todo a Rolo. Desde la perspectiva de ese amor y de sus amoríos con una tal Rocío, mujer prostituta del bar cercano de la Hacienda La Huella, y que el hombre llamado Fabián no podía enamorarse de una mujer y más que eso que fuera una prostituta. La vida para Fabián se tornó incierta, y muy inestable desde ese entonces, desde que se ausenta mucho al trabajo, y cayó en redención y todo por el amor de ésa mujer que lo trae en un patín sobre ruedas. El alma de Fabián aún posee una delicadeza perenne en atraer la forma de ver el cielo de colores y no de azul y blanco y queriendo derribar la vida por amar a Rocío como la nueva mujer que ha entrado en su fuerte y ávido corazón. Y Fabián con machete en mano y con intransigente locura se ve en la encrucijada de ver al cielo lleno de colores y muy brillantes, pero, no sólo está lleno de nubes grises y esperando a que pudiera llover sobre ya mojado. Fabián se enamora de Rocío y Rocío de Fabián, cuando en el alma y en el corazón se debate una sola espera clandestina que le embriaga el tormento en desnudar el otoño de hojas secas cayendo sobre cualquier rincón del pueblito y más de La Hacienda La Huella. Y transcurre el equinoccio del otoño donde las hojas son del color marrón y caen a la deriva desde lo más alto del cielo como de lo alto de todo un árbol. La vida comienza a discernir, a completar y a extraer la vida en un sólo cometa de luz en plena oscuridad por el zaguán que se dirige hacia el bar aledaño a la Hacienda La Huella. Si Fabián ya casi deja el trabajo como recolector de caña de azúcar por una ausencia marcada atrás de otras y sin justificar con una excusa la falta a su trabajo. La vida comienza a discernir y a tomar rienda suelta, pero, en el amor puro, vehemente y pasional entre Fabián y Rocío. Porque cuando arde el calor del amor en el corazón es cuando el alma ofrece luz y si da luz es que el amor ha llegado a amar vehementemente. El amor para Fabián lo era todo, desde poder enamorarse, desnudar el otoño, y poder ser correspondido recíprocamente en el amor entre Fabián y Rocío. Ya se acerca el fin de la segunda industrialización, donde marca trascendencia autónoma cuando logra realizar y sustituir la maquinaria por la mano de obra y a Fabián no le agrada en nada porque ha quedado sin trabajo como muchos otros campesinos de la región y del área aledaña. Cuando en el trance directo de la verdad no le importó en nada haber perdido ese trabajo como recolector de caña de azúcar en la Hacienda La Huella, pero, como él es buena persona le ofrecen un nuevo empleo de cuidador de caballos en los establos.
Es el equinoccio de otoño en el año 1910, donde crea la aventura más lógica y más mágica en poder enamorarse de una mujer llamada Rocío. La vida en derredor no libera como caen las hojas de otoño sino al contrario amarra y a Fabián eso le agrada, pues, la mujer que él quiere y desea que esté a su lado y que pertenezca a su lado debe de ser una mujer hogareña y muy descendente sin importar aunque haya tenido tropiezos y errores en su vida. Y eso a Rocío no le gustó mucho siendo ella mujer de bar y de noches nocturnas pernoctando por el barrio y el pueblo cruzando calles y estándares vacíos para poder traer el sustento a la mesa. Rocío no le agradó en nada el comentario de Fabián. Cuando en la alborada renació el sol nuevamente, zucumbiendo y zozobrando entre escombros de ideas efímeras, pero, muy certeras en el alma de Fabián. Ese día, sí, todo ese día se dedicó de lleno a laborar como cuidador de establos de caballos, pero, no, no le agradó con fuerza, raudo y dureza de una piel tonificada por el curtido sol de otoño y una fuerza en el alma. Y quedó todo como el desierto mágico y trascendental en la amarga soledad aquella conversación entre Fabián y Rocío. Esa misma noche tanto Fabián y Rocío se aman por primera vez, aunque no es la primera vez en cada uno, no, ellos se aman con pasión y con vehemencia carnal. Porque si fuera audacia y tolerancia la pareja no estarían juntos. Tanto Fabián como Rocío se aman bajo el sol curtido de éste otoño. Fabián la tomó por la cintura, trató de estrujar su cuerpo contra su cuerpo, y pecho con pecho, entregando la caricia dada en la piel y besando seno con seno, y amando una y otra vez a ésa mujer prostituta, pero, muy bien cuidada, dicen que se cuidan más que las otras. La verdad es que no acaban de amarse, parecen dos jovencitos primerizos en el amor como en la adolescencia. Rocío y Fabián se aman como nunca y como nunca sueltan riendas por saber qué les depara en un futuro no muy lejano. Es otoño y Fabián y Rocío se aman a plenitud y con el recelo de la vida misma una y otra vez de los pies a la cabeza y de la cabeza a los pies. Porque cuando en el alma comienza a deliberar el trance perfecto en creer en el amor tanto Fabián y Rocío se llenan de un cometido en caer de bruces. La vida aflora, la vida marca, la vida hiere, la vida quiere y ama, pero, el dolor, ¡ay, del dolor de la vida!, que a veces llega después de amarse bien contemplando la idea en bifurcar la relación. Es otoño y caen las hojas desde el árbol aquel por donde comenzó a enamorarse Fabián de Rocío. Fabián ama a Rocío, pero, Rocío conlleva un montón de problemas inertes e inmóviles con la dulce atracción en querer solventar las penumbras de las soledades más amargas de toda su vida. Rocío tiene un gran problema y lo debe de resolver antes que Fabián pueda saber y contactar el terrible amanecer sin ella. Rocío escribe una carta, la cual, la misiva se expresa así…
Hola, Fabián
Soy Rocío, sólo quiero decirte una cosa muy importante para mí si me amaste completamente sin importar mi costumbre como prostituta y yo te amé sintiendo la fuerza en el alma y más en el corazón amando como nunca a nadie más. Sólo espero a que me des tiempo para contarte mi historia, mis cambios y mi tormento y lo que más me preocupa, me iré temprano cuando el sol en crepúsculo salga. Es otoño, continúa tu labor en la Hacienda La Huella que yo me iré para tener fuerzas y decirte la verdad de mi vida, porque soy lo que nadie cree. ¡Volveré en Otoño!...
Te amo,
Rocío
Rocío envuelve en un sobre la epístola para Fabián y se marcha apenas sale el sol dejando la misiva sobre la almohada. Fabián lee la carta de Rocío. Fabián trata de llorar, pero, aunque quiere no puede si la herida en el alma no lo deja llorar. La vida de Fabián queda en el tiempo, entre el viento y el llanto sin lágrimas, porque en el alma de Fabián sólo se aleja de lo que más quiere de Rocío. Y Fabián dice que … -¨éste amor cayó como las hojas secas caen en otoño…¨-, cuando en el alma de Fabián se torna fría, insípida e inestable. Y como el recelo de la vida, del amor y de la pasión se tornó escalofriante, estrepitosamente, si fue sólo un espectáculo emocionante. Porque cuando en el alma de Fabián se fue tan lejos como el mismo dolor o como la misma herida que contrajo el dolor y llevó pasión desnuda y vehemencia carnal y caricias sin ser subrepticias cuando amó a Rocío y Rocío aceptó como toda dama en la sola cama, ahora sólo deja una sola cama con Fabián ahí y más que eso una sola carta de despedida. Y Rocío se fue lejos y no dijo a dónde, si en el alma quedó como el mismo dolor sucumbiendo lejos en el trance directo de un sólo ¿por qué?, ¿por qué se fue Rocío?, son preguntas de escollo y que quedan en el tintero y sin respuestas alguna. La vida de Fabián quedó como una triste flor sin aroma, sin color, y sólo marchita. Si Fabián quedó como el mismo dolor, pero, en la gélida alma, en el deseo inocuo y en una sola mala atracción quedó alejado del amor y sin poder creer más ni más en el recelo de la verdad, cuando en la cama quedan los amores, las ilusiones y lo anhelos en poder, querer y tratar en ser feliz. Se fue Rocío y no se sabe a dónde si el amor secó como las hojas en otoño. Y el amor quedó como lo más incierto de un nefasto de todos los tiempos cuando arde de pasión, emoción y de un solo corazón que quedó en solitario y en la amarga soledad. Fabián quedó atónito, estupefacto y muy inseguro, pero, en su alma un miedo o un temor incierto cuando Fabián se aleja del amor nuevamente después de haber hallado al verdadero amor. Y Fabián corriendo en el trance directo de un sólo amor quedó como la órbita lunar atrapando en el insistente corazón una sola verdad de que Rocío ya no está en su cama, ni en su vida, ni en su lecho de amor. Fabián quedó estupefacto y atónito y muy inseguro de su propio amor, y se dijo una vez más que… -¨si yo amé a Rocío por lo que es y no por lo que era qué carajo sucedió…¨-, fue su primer impacto después de hallar la carta. Rocío quedó como el transeúnte pernoctando en una calle por donde el cielo es inalcanzable y la vida es cruel en ser como es. Rocío se fue y con ella se fue el amor, el respeto, la virtud y la honra de un hombre que la amó por lo que ella le demostró en ser y no por lo que era: una prostituta. Fabián creyó que ella quiso más a la prostitución que a su único amor. Cuando en el alma de Fabián se vio atemorizada por el mero hecho de creer en el amor fugaz, el deseo inseguro y la pasión sin medida. La vida quedó como el dolor y Fabián quedó como el silencio autónomo o como el sol sin la luz que emerge y que emana de la sola verdad en el insistente dolor y de un pecado a muerte segura. Fabián amó a Rocío sin importar nada, pero, ¿por qué se fue Rocío?, la pregunta sin escollo que se hace Fabián queda sin respuestas porque no existe alguna persona que le pueda contestar. Fabián se alejó de ella y no la buscó, pues, se fue y sin decir a dónde.
Rocío, en la carta de despedida se aferró a la idea que volvería y que regresará con vida, con amor, con más pasión, y con más deseos que antes y que la vehemencia carnal será como el sol en la piel y con muy fuerte calor, se dice ella. Mientras que Fabián se torna exasperadamente inocuo, pero, atónito y muy estupefacto cuando arde el silencio en su rostro y más en su mente. Fabián queda incierto como la mentira, y aunque creyó que todo era una broma o mentira, y así no fue. Fabián está muy desconcertado y muy abatido en la espera inesperada de que Rocío volverá, pero, la pregunta seguirá por siempre de…¿por qué se fue Rocío?... Y Fabián en el trance de la verdad quedó imperfecto, atónito y muy insípido en el trance de la huida de Rocío de su vida. Fabián desea amar a Rocío y le pide a su Dios que vuelva, que regrese y que no se vaya jamás. Si Fabián quedó como el aire sintiendo solo un frío autónomo y en la amarga soledad. Fabián dice que sí ¡volverá Rocío!, ¿y qué haré?... Porque cuando la tenga de frente descargará todo su rencor y todo su odio al igual que le dará todo el amor y toda la pasión. Cuando arde el deseo y la ambigüa decepción en creer en el trance directo en amar lo que resta de la vida y es proseguir su camino, pero, sin Rocío cree que Fabián caerá en una terrible depresión. Cuando el amor quedó como el comienzo, sólo que finalizó de mal manera cuando la rosa enciende en capullo y así era el amor entre Fabián y Rocío, pero, ella se fue de su lado dejando una misiva de que ¡volverá!... Y Rocío lo expresa en la misiva de que volverá en un otoño no muy lejano cuando esté preparada para expresar su verdad con cambios, direcciones, amores y demás del presente en que vive su vida desde un pasado cruel. Rocío le confiesa a Fabián en esa carta que volverá y que regresará cuando sea capaz de expresar su verdad y su gran certeza para convivir juntos sin una cruel voluntad que deja abatir a la vida, a la verdad, a la certeza y más que eso a la fidelidad entre Rocío y Fabián, pero, ¿qué fidelidad? si ella es una prostituta y él un campesino que ha jugado y se ha entrometido en el lecho de muchas mujeres. Cuando a la fría verdad que el rumbo que toma y que persigue Rocío confesando que… ¡volverá en otoño!, la vida, la esencia y la perfección clara y muy contundente quedan como un altercado frío e indeleble para morir en el acto y más entre los brazos de Fabián sólo por amor, sí, por un amor fiel que le desea otorgar Rocío. Y Fabián no entiende, no asimila la situación o no concibe que el amor es así que viene y va y que algún día puede que llegue la mala rutina en una cotidiana vida y que seguramente se cansará de la relación en pareja. Y todo porque en el alma queda como el desenlace fatal como en el corazón un solo latir que después de entregar el coraje de amar queda la mala situación de creer en el amor a toda costa. Si la confesión de Rocío le otorga a Fabián esperanza, fe y una ilusión de que pronto ¡volverá Rocío!, pero, qué tan pronto, cuánto tiempo tendría que esperar y cómo regresará si en barco, avión, tren o bicicleta. Porque en el pueblo sólo había un aeropuerto, una estación de tren, un muelle de barcos y un camino donde recorren en bicicletas hasta poder llegar al pueblo rural. Fabián en su alma quedó con el corazón amando con la única fuerza de que Rocío podrá volver, a su vida, a su corazón y más a su lecho donde la amó con todas sus fuerzas de hombre que respeta y venera la virtud de una mujer, aunque su decencia esté manchada por las vicisitudes de la vida y que sea una prostituta de la calle y de un bar cercano y aledaño a la Hacienda La Huella, donde Fabián labora como un cuidador de caballos en el establo de caballos, porque antes laboró cortando con la caña de azúcar, pero, llegó la segunda industrialización y con ella llegan las máquinas a sustituir la mano de obra y ya no labora como cortador de caña de azúcar.
Fabián renace y cae en tentaciones frías en querer perseguir un rumbo incierto si ha esperado una eternidad por Rocío y cree que no volverá ella. Fabián y su imaginación crece como daga en el pecho y es la que taja más en el recuerdo y en la espera exasperada de esperar por el amor de Rocío, la cual, le confesó que ¡volveré en otoño! Fue una carta o misiva del año 1912 y ya había pasado un lustro de tiempo y Fabián aún estaba esperando a su eterno amor a que ¡volverá Rocío! Fabián aún la espera y como todo caballero la espera impacientemente e indecorosamente como el pasaje de ida y sin regresos cuando en el alma conlleva una dulce atracción en atraer hasta el alma una espera, pero, muy impaciente, indecorosa, como el de la fría verdad, cuando en el alma quedó como el recelo de la vida en esperar a Rocío. Si Fabián no calma su exasperación porque Rocío regrese al hogar, a su lecho pasional y más que todo eso a su profundo corazón que la ama como a nadie. Fabián quedó con lo hondo de todo un mar desértico dentro de su pobre corazón cuando Rocío no regresó. Cuando Rocío le confesó en una carta que ¡volveré en otoño!, cuando en el alma quedó como el silencio o como el sabio momento en que el deseo de amar quedó después de un lustro en marcharse lejos de la vida, del lecho y del corazón de Fabián. Fabián aún la recuerda con el poco recuerdo que posee de ella, pero, la recuerda más y más, y más le hace pensar que ella no volverá jamás. Cuando en el alma de Fabián recorre el trance perfecto de la carencia de unas caricias autónomas en decir y expresar que algún día volverá Rocío, pero, es el alma que no caduca, que se exaspera y que se siente en lo más hondo de todo un mar como un náufrago sin puerto seguro y con un mar tan profundo que hasta queda con la virtud desierta en creer en el trance perfecto de cada cual entre Rocío y Fabián queda el destino frío y tan álgido como el tormento o como la fría tempestad que arrasa con todo a su paso. La vida de Fabián queda como el deseo o como el frío instante en que recorre el firmamento oscuro y tan vacío como el universo negro y tan oscuro como el trance perfecto que queda como el sólo desafío frío. Si Fabián recorre de esquina a esquina, de punta a punta, con el pulso en pulso y gota a gota pasional hasta quedar extenuado de tanta exasperación por culpa y por una confesión tan ingrata como el mismo tormento frío. Cuando en el alma de Fabián corre en ser como el desierto frío o como el mar álgido de un mar desértico cuando transcurre el deseo o la vida en fuerzas queriendo derribar el alma de un sólo mal tiempo y tan exasperado. ¡Volveré en otoño!, y en otoño expresó en la misiva del 1912 Rocío. En un otoño frío y con hojas secas de árbol caído cayeron las hojas secas de un otoño frío y tan desnudo como la desesperación con un dolor inocuo, pero, muy dañino. Cuando ocurre el deseo de ver álgido el momento como el tiempo en que transcurre el tiempo y pasó un lustro con la única espera desesperada en reencontrarse con Rocío cuando ella le expresó en la misiva ¡volveré en otoño!, como una sola verdad trascendental y con una sola voz cuando el alma grita que… ¡vuelva Rocío!... Fabián quedó como el recelo de la verdad inocua, pero, exasperada como la espera inesperada de un ocaso y lleno de un otoño con hojas secas que vuelan por los cielos hasta hacer una alfombra a los pies de aquel árbol. Cuando en el alma de Fabián quedó como el tormento frío o como el gélido viento con hojas secas volando en un cálido otoño. Cuando en el alma de aquel tiempo transcurre el mal deseo en converger en el alma una luz opaca como la del ocaso de un frío otoño. Cuando en el alma de Fabián quedó como la pobreza más carente y precaria de todos los tiempos. Si Fabián quedó como el recelo de la existencia cuando espera sólo a que regrese Rocío… cuando ella le expresó ¡volveré en otoño!...
Fabián sólo piensa e imagina que su vida no tiene ningún valor sin Rocío. Fabián sólo presiente que su vida no tiene vida sin Rocío. La vida de Fabián transcurre como discurre la esencia y la presencia autónoma en disidencias y sin saber discernir queda en total locura y en una tortura que le convence al alma en quedar huérfano de vida, de ilusiones, de amores y por un corazón que ya no late más. Fabián sólo imagina después de un lustro de tiempo que Rocío nunca volverá a su amor, a su corazón y a él. Fabián sólo desea convencer a su corazón que Rocío no regresará jamás y piensa y piensa, imagina que fue sólo una prostituta y que no amó ni correspondió a su eterno amor. Fabián sólo desea amar, ser amado pasional y con vehemencia carnal entregar el corazón para ser un hombre verdaderamente correspondido. Fabián en el frío lecho piensa cómo es posible que Rocío no volverá jamás, si ella le confesó en una carta que… -¨¡volveré en otoño!¨-, cuando las hojas caigan sobre el césped de un cielo volado y cuando las hojas estén secas. Fabián sólo recuerda aquella misiva del 1912 cuando se despide Rocío después de haber entregado alma, cuerpo y vida en un lecho donde los reposos aún duermen cálidos y es Fabián que quedó con la agonía de un regreso que aún no vuelve. Fabián piensa en lo peor, que se fue con un hombre, que le fue infiel o que aún Rocío no deja la prostitución. Rocío se fue en un tren, en un avión, en un barco o en una bicicleta cuando el camino rural así lo requiere. Rocío se fue lejos adhiriendo como imán al corazón de Fabián. La vida de Fabián comienza a decaer, a sentirse flojo de espíritu, con una certeza falsa y con una decadencia autónoma de su propio corazón y sin latidos va muriendo en moribundo proceder. Fabián piensa en suicidarse y no transcurre otro lustro más en la espera por Rocío, por el regreso de Rocío queriendo derribar el mal, el pensamiento, el sentimiento y la osadía en querer que Rocío vuelva, si ella confesó que… -¨¡volveré en otoño!¨-. Fabián desea convertir la pesadilla que vive en un sueño no muy lejano cuando decide suicidar a su corazón y sólo piensa cómo lo puede lograr. Fabián es sólo un campesino cuidador de caballos de establos en la Hacienda La Huella y antes fue un recolector de caña de azúcar, por lo cual, alrededor de 1910 finaliza la segunda industrialización sustituyendo maquinaria por mano de obra y quedó sin labor si sólo fue un cuidador de caballos. Fabián sólo piensa en la desdicha de su vida y de su corta existencia sin amor, sin pasión, sin un corazón que ame profundamente a una mujer, si después de Rocío quedó en la espera por ella sin buscar a ninguna otra mujer. Fabián sólo piensa en suicidar a su pobre corazón se siente tan triste, abatido, adolorido, herido y abandonado cuando en el altercado friolero de su vida quedó sin amor, sin mujer y sin corazón. Fabián se acerca en el lecho de su habitación en bruces caídas sobre aquella cama cálido y llena de un amor espera por la única solución a su problema y es que Rocío vuelva como ella le confesó… -¨¡volveré en otoño!¨-. La vida comienza en cero, pero, el alma de Fabián con luz de un amor en el pasado que atormentó su vida, su corazón y más en el lecho frío esperando a que regrese ese único amor. Fabián decide converger, convencer y en el amanecer suicidar a su pobre corazón con un ¡zás...! o con una cuerda floja amarrada a su cuello colgando de un banco, pero, qué cuerda sino tiene nada y busca y busca la herramienta perfecta con qué suicidar a su pobre corazón amando y queriendo destrozar el alma en cada recelo de su existencia como poder suicidar a un sólo corazón cuando ama a ésa mujer, a Rocío que le confesó…-¨¡volveré en otoño!¨-, y buscando amor, pasión y un corazón que sabe amar, pero, ha pasado un lustro y Rocío no ha regresado aún.
Fabián busca y busca alternativas con qué suicidar a su pobre corazón y no halla nada más que un tendedero de ropa en el patio de su propio hogar. Fabián no se da cuenta que la cuerda del tendedero le sirve para suicidar a su pobre corazón. Fabián se siente inconsciente, sin razón, con locura en el alma y con el corazón sin latidos aferrándose a su sólo deseo de suicidar a su corazón. Fabián no posee armas ni cuchillos ni nada contundente que pueda terminar con su pobre corazón solamente una cuerda en el tendedero en el patio trasero de su hogar. La vida ha comenzado a diferir con disidencias autónomas en decidir que su vida acaba como comenzó a amar a Rocío dejando inerte, inmóvil a su débil corazón y tan susceptible como el desenlace fatal que le espera a Fabián. Fabián va directo a su habitación con la cuerda del tendedero en mano, busca un banco y desea poder tirar de la cuerda al cuello y poder suicidar aquello que se llama corazón, alma, vida, sentimientos y pensamientos. Las dudas acerca de Rocío acabarán y terminarán por desenredar el tormento que ha llevado desde hace un lustro. El tiempo acaba, pero, no termina de adherir la cuerda a su cuello sólo piensa de bruces caídas en ese otoño frío y de hojas secas que caen del cielo en la vida, en el amor y en el corazón de Rocío cuando la amó vehementemente y pasionalmente para sucumbir en un sólo delirio frío. La vida para Fabián se torna exasperadamente inocua como perder el alma, el corazón y la vida en un sólo suicidio edificando tormento y tempestad, hiriendo a su pobre corazón. Fabián con banco y cuerda floja del tendedero en mano se aferra a la mala idea de querer suicidar a su pobre corazón. La vida quedó en venideras tormentas frías en querer solventar el alma y el corazón en un sólo tiempo y era en aquel lustro que había pasado y que ella nunca volvió, fue un otoño desde que se fue con la ilusión, con el amor y con su propio corazón llevando el amor en cada paso que dió en avión, en tren, en barco o en bicicleta. Rocío confesó en una carta a Fabián que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y era otoño, pero, Rocío aún no vuelve. La vida confiesa, converge y siente que el delirio autónomo de un evento sin precedentes, si Fabián con banco y cuerda en mano del tendedero del patio de su hogar quiere y desea suicidar a su pobre corazón cuando salta del banco y toma una cuerda y la amarra al techo y desea suicidar a su corazón. Fabián no aguanta más con exasperación inocua que precede y perece de un tiempo en que un lustro ha pasado de tiempo y de un corazón sin poder amar. Fabián con cuerda en mano va amarrando la cuerda floja a su débil cuello y piensa y piensa en poder suicidar a su corazón, a su vida y más que eso a su amor eterno en el corazón. Fabián por haber confesado que Rocío no volverá en otoño sólo se aferró al frío desconcierto de temer o de un sólo horror por el tiempo en que se cuece el alma en descender hacia el más frío de los suelos cuando tire del banco y caiga degollado o ahorcado por la cuerda floja que encontró en el tendedero de ropa en el patio detrás del hogar. Y Fabián, con cuerda en mano y banco a los pies quiso suicidarse de un tirón de cuerda floja, pero, algo lo detiene, no se sabe si son sus propios sentimientos, pensamientos o la fuerza de un corazón que sólo sabe de amar. Fabián sólo quiso enredar su tiempo y su corazón en enhebrar el corazón con un hilo de tiempo, bondad y de un corazón que sabe amar, pero, ¿amar a quién? Si Rocío se fue con el sol a cuestas de un curtido sol entre las sábanas de un lecho en que consiguió el temor o la ansiedad en amar a Fabián con el calor sin ser un subrepticio dolor. Cuando ocurre lo que transcurre y discurre lo que transita como carril sin descarrilar lo que lleva el alma o el corazón. Fabian piensa y piensa en caer rendido ante el amor, y el corazón por haber amado a Rocío la que le confesó -¨¡volveré en otoño!¨-.
Fabián sólo quiere una sola cosa y es en poder suicidar a su débil corazón cuando ocurre lo que transcurre. Fabián en el mismo instante en que se cuece el alma de rico proceder y en querer suicidar a su pobre corazón con la cuerda floja del tendedero de ropa de detrás del patio del hogar de Fabián, sólo él pensó en el amor de Rocío, cuando en el alma y en el sustento de un sólo corazón quiso ser como el deseo o como el rico anhelo en volver a amar a Rocío. Sólo Fabián piensa y piensa en derredor y en el capricho exótico en creer en el trance directo en poder discernir entre la cuerda floja y suicidar a su corazón o en el instinto frío de creer en sus propios pensamientos en volver a amar. Fabián ocurre y transcurre el frío tiempo en que desea suicidar a su débil y pobre corazón cuando en el albergue frío de un corazón se detiene la vida, y el corazón de Fabián en amar a Rocío en un trance delictivo de ahorcar a su cuello con una cuerda floja que halló en el tendedero de ropa en el patio detrás de su propio hogar. Y Fabián delibera en discernir y pensar y analizar la situación en que converge la débil situación en que cree que ahorcar su cuello es la mejor solución para destronar a su propia existencia. Y Fabián no logra desenredar aquella cuerda entre sus manos tomando al tiempo de aliado cuando el delirio frío se intensifica más y más. Si Fabián en aquella habitación a oscuras se atreve a desafiar el acometido en caer en bruces caídas del banco y sin sus pies. Y, además, Fabián logró desenredar a la cuerda floja, otra vez, y subió al banco con sus pies fríos y con un álgido viento en que casi lo hace descender hacia el más terrible de todos los tiempos y casi cae del banco queriendo lo que nunca suicidar a su propio corazón. Si en el silencio del corazón de Fabián sólo quiso ahorcar a su corazón con aquella cuerda floja que halló un tendedero de ropa detrás de su propio hogar. Cuando en el afán de vanagloria y de un triunfo dedicado en hacer suicidar a su corazón se elevó la razón en convertir en una sola locura el atrevimiento en hacer pecar a sus propios actos en suicidar a su corazón. Si en el albergue de su propio instinto Fabián quedó en la alborada de un sólo mal tiempo cuando en el trance de la verdad sólo pensó en el amor de Rocío. Si Rocío regresa como le confesó que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y era otoño cuando las hojas caen alrededor del árbol dejando una linda alfombra de hojas caídas. Fabián sólo piensa en Rocío y acaba de desenredar la cuerda que se le enredó y desafiando por ahorcar su cuello está Fabián pensando sólo en Rocío. Fabián piensa y piensa en el desenlace fatal de un venidero tormento cuando está por ocurrir lo peor con la vida y el corazón de Fabián. Fabián subiendo al banco con pies tiritando de frío adhiere la cuerda floja a su cuello queriendo suicidar aquello que se llama vida y en el altercado de lograr hacer un nudo en la cuerda el tiempo transcurre como aliado y todo porque Rocío le confesó en una carta que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y era otoño cuando las hojas caen por un álgido viento y realizan una alfombra a los pies del árbol y así era la vida, el corazón y alma de Rocío para Fabián. La vida para Fabián se torna intrínseca, exasperada, y Fabián lleno de una depresión sin fin cuando pasó un lustro de tiempo desde aquel momento en que se amó en el lecho en la oscura habitación en el hogar de Fabián, pero, sólo la prostituta llamada Rocío dejó una carta sobre la almohada y confesando que… -¨¡volveré en otoño!¨-, un otoño lleno de hojas secas por doquier. Y, era otoño cuando Fabián toma una cuerda floja y quiere suicidar a aquel corazón con temor a ser devorado por la desesperación en esperar por el amor, la vida, el corazón y la llegada de Rocío a su hogar. Fabián piensa y piensa solamente en Rocío dejando caer el dolor y el sufrimiento en camisas llenas de sudor cuando el tiempo transcurre como aliado porque Rocío le confesó a Fabián que… -¨¡volveré en otoño!¨-.
Fabián con cuerda floja en cuello desea tirar del banco a sus pies, pero, una fuerza extrasensorial lo detiene porque Rocío le confesó que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y era otoño cuando las hojas caen, un otoño frío, álgido y tan friolero como el frío en la misma piel y Fabián quiere tirar del banco a sus pies tiritando de frío cuando ocurre lo peor. La vida para Fabián ocurre lo que transcurre un desafío tan frío como la muerte, pero, débil como el corazón sin amor y la fuerza tan fría como el hielo en el refrigerador. La vida comienza a discernir con disidencias autónomas en caer en una sola redención deliberando la vida, la muerte y el deseo de morir bajo el dolor de un corazón sin amor. La vida para Fabián es la peor cuando en el trance directo de aferrar la vida comienza a caer como esas hojas secas en otoño haciendo que las hojas sean alfombra a sus pies. Fabián desea terminar con su vida, pero, algo le impide o lo detiene en aferrarse a la vida y a la corta existencia que le queda. Fabián desea ahorcar con cuerda floja al cuello descender hacia el más terrible por un altercado frío entre su corazón y la confesión de Rocío que le expresa que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y era otoño cuando las hojas caen y alrededor de sus pies hojas clandestinas de un otoño cuando Fabián derriba a aquel banco debajo de sus pies tiritando de frío. Fabián con dolor en el corazón y con el alma en pedazos recuerda sin poder olvidar la vida cuando conoció a Rocío y petrifica su más codiciada vida con ella en el lecho donde se amaron con efervescencia y vehemencia carnal dejando una caricia sin subrepticio dolor y cayendo hojas secas a sus pies de un otoño que se amó con locura. Y, Fabián con cuerda floja en el cuello queda amoratado y asfixiado por suicidar a su débil y pobre corazón cuando por exasperación esperó tanto que no logró esperar más de un lustro a Rocío. Rocío en el extranjero decide regresar y contar su verdad que era un transexual y que había cambiado su propio sexo por el sexo femenino y a eso no le agradaría a Fabián, por eso Rocío se marchó lejos dejando una misiva como confesión que…-¨¡volveré en otoño!¨-. Y, Rocío que abre la puerta y sobre el lecho deja caer hojas secas del otoño cuando ella confesó que… -¨¡volveré en otoño!¨-, y ahí es que muere en el acto por un suicidio eficaz ahorcando la vida Fabián.
FIN