Me retiro.
Mi cabeza está en llamas
y no creo poder tolerar
tanto oxígeno.
Tampoco creo poder regresar.
Siento que la piel
se vuelve escama
y no puedo parar
de llorar en la cama.
No me mires a los ojos,
que si me muero de dolor
será por ver mi rostro
en el reflejo de tu mirada.
Y aunque quiera cerrar
los míos,
te mirarán siempre;
al final de cuentas,
la gula
es un pecado
y ya estamos cansados
de alimentar nuestras
mentiras.
Dentro de mi pecho
vive un mago
ebrio y vago,
que libera hechizos
sin pensar lo confuso
que puede llegar a dejar
a mi mirar.
Me retiro.
No creo poder seguir
siendo el único muñeco
con cabeza,
Ni la única nube
que no llora.
El mago,
mi mirada,
mi llanto
y yo,
seremos el reposo
de este fracaso
que, sí, morirá
en un pozo…