Remontando la tormenta.
En lo alto, el cielo ruge, un abismo sin fin,
los relámpagos desgarran la cortina nocturna,
vientos aúllan en cánticos de furia,
mientras los árboles se inclinan, reverenciando lo oscuro.
El mar, un monstruo enfurecido,
alza sus fauces hacia el vacío eterno,
devora la costa, una presa indefensa,
en su ira primordial, su hambre inmortal.
La luna se esconde, temerosa de la furia,
de los dioses olvidados que la tormenta invoca,
y en ese caos que todo lo aniquila,
navega una sombra, desafiando lo inmenso.
Sus velas desgarradas, un grito en la negrura,
el mástil cruje, una columna rota,
pero sigue adelante, con mirada fija,
remontando la tormenta, burlando su poder.
Cada rayo, un latigazo de blanco fulgor,
ilumina la figura de un ser sombrío,
cuyo corazón, más oscuro que la misma noche,
se alimenta de la furia, la convierte en su guía.
El horizonte se abre, una grieta en la nada,
la tempestad se quiebra bajo su voluntad,
y emerge triunfante, en silencio absoluto,
remontando la tormenta, su alma inmortal.
Ghoel