Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Infierno Rojo~**

Novela Corta: Infierno Rojo

Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez Sánchez

Seudónimo: EMYZAG

Comenzada: 22 - 23 de agosto de 2024…

Publicada: 23 de agosto de 2024…

Terminada: 23 de agosto de 2024…

Editada: 23 de agosto de 2024…

Mi #26 de novelas cortas en el año 2024…

Mi #181 de novelas cortas hasta el año 2024…

7002 Palabras 10 Páginas




~ * ~Sinopsis:

~ * ~Es el último día de cinco días preso en la prisión y es un infierno rojo para Joseph y pierde su libertad cuando mata a su contrincante en una camorra…

  



Sucesos:

 

  1. Joseph llega a la cárcel por un delito en la calle…
  2. Joseph pasa cinco días preso…
  3. Joseph piensa en salir libre de la prisión…
  4. Joseph confiesa todo lo que ha hecho…
  5. Joseph quiere salir airoso de la prisión…
  6. Para Joseph es el primer día preso… quiere ser libre y cómo se siente…
  7. Para Joseph es el segundo día preso…quiere ser libre y en quién piensa…
  8. Para Joseph es el tercer día preso…quiere ser libre y qué desea…paga lo que debe…
  9. Para Joseph es el cuarto día preso…quiere ser libre si tiene enemigos en la prisión…
  10. Para Joseph es el quinto día preso…quiere ser libre, pero, en una camorra pierde toda su libertad…  







La calle es todo para Joseph, un joven adulto criado entre el mar y las calles de un barrio pobre de Hitarroti. En Hitarroti quedó fuertemente adherida la vida de la calle de Joseph. Joseph aprendió todo lo que sabe en la maldita calle, pero, ¿por qué maldita calle?, si en la vida se aprende lo bueno y lo malo y es tu decisión perseguir tu destino sean cosas buenas o malas, tú escoges, pero, para Joseph escogió lo peor y el camino sucio e indeleble de contrabando y de hurtar lo que no le pertenece, siempre observando lo ajeno. La vida del contrabando le va muy bien hasta que a la ciudad de Hitarroti llega un gran magnate a hacer negocios con la ciudad donde él nació, creció y convivió por tanto tiempo. Joseph sabe una cosa que el magnate siempre lleva consigo un maletín de color negro y asegurado con una clave secreta que contiene mucho dinero y joyas. Joseph y su grupo se preparan a hurtar a ese maletín cargado de tanto dinero y de joyas muy preciosas. Se acerca el día en que el magnate se asoma en Hitarroti y Joseph con indumentaria de color negro, tennis de color negro y guantes de color negro, y una gorra también del color negro, en el podio donde el magnate se ha de parar tenía una cabina por debajo del podio, y ahí decide guarecerse y mientras que el magnate otorga el discurso y Joseph hurta el maletín del magnate cambiándolo por otro y lleno de papeles vacíos. El magnate no se da cuenta en nada, no mira, no observa, no va nervioso, no va directo a abrir la cabina del podio ni es presentado al saber que ya lo sabía todo, era mago ese magnate porque ya lo sabía todo que en Hitarroti le iban a hurtar su más preciado maletín con dinero y joyas cuando el magnate lleva con él la pitonisa Clara y así es ella tan clara que todo lo ve. Cuando Joseph cambia la mercancía que quería por la que deja un maletín vacío y sin nada y llega la pitonisa a abrir la cabina del magnate donde está varado allí ofreciendo las arengas más estúpidas que se puede escuchar de un gran y pudiente magnate. Cuando la pitonisa abre la cabina del podio no ve nada ni al maletín ni al muchacho sólo un papel que decía gracias. Joseph siguió rumbo abajo del podio hasta llegar a estar seguro que nadie lo vería. El magnate fue más astuto que nadie adhirió un transformador que puede explotar para seguir los pasos de ese maletín y era lo único que tenía el maletín. Cuando Joseph abre el maletín ya la policía se halla detrás de él. Joseph no pudo robar el dinero ni las joyas, pero, sí, que le echan el guante con las manos en la masa. Joseph llega a la prisión por un delito delictivo de la calle. Y sin temor alguno, si ya conoce todo lo que hay ahí que lo que existe en la calle y más que lo aprendió todo de la maldita calle. El juez que lo sentenció le echó una sentencia impuesta de cinco días en prisión. Joseph llega a prisión y lo primero que hace es que se tira como todo vago y mojigato en la cama a pensar cuál será su próxima víctima para hurtar lo ajeno como siempre. Si allí junto a él y que era su compañero de prisión no tenía ni donde caerse muerto, y se dijo y lo pensó éste no tiene nada que ofrecer. Joseph irrumpe a su propio destino hurtando siempre lo ajeno. Y pensó y pensó ¿quién será la próxima víctima al salir de la prisión?, si el cura de la iglesia, si la tienda del barrio, si el mecánico del pueblo en Hitarroti o el barbero de la esquina. Y expresó que tengo varias víctimas puede ir una o todas cuando salga de la pocilga donde me han encarcelado por cinco días nada más. Ese delito de la calle que ha logrado llevar a Joseph a la prisión lo ha dejado como un tropel de vago y sin hacer nada, sólo pensar en su próxima víctima porque realmente ahí no quedará jamás si son sólo cinco días en la prisión. Joseph se levantó de la cama y se dirige a observar en su rostro el espejo, y lo que ve no le gustó, pues, en el ámbito terrestre su rostro había cambiado para bien o para mal. Y ese delito delictivo sólo se aferró al deseo de envenenar a su alma con malos sentimientos y pensamiento atiborrados de una sola maldad incierta. 

Joseph encrudece por tanto y dentro de su propio cuerpo quedó la vida o la muerte segura y de un espanto de terror, cuando arde el silencio o la verdad de que está encerrado en una sola prisión. Joseph pasa cinco días en prisión dejando inerte al corazón entre rejas o barrotes de hierro dejando la sombra de todo un sol vivo. Son cinco días los que está predestinado Joseph a cumplir la sentencia impuesta por un juez justo. Son cinco días los que el preso Joseph tenía que cumplir sentencia, y todo porque en el silencio autónomo de creer en que ser culpable vas a ser un delincuente toda la vida. Cuando la verdad que Joseph cumple la sentencia impuesta de cinco años en prisión calladamente para poder salir de allí con buena conducta. Joseph solamente calmó en exasperación lo que otros presos ya se hallan en calma. Él sólo se siente como un pajarito revoloteando dentro de su propio mundo o sea, en una jaula. Porque cuando en el momento frío no se desnuda el sol sólo dejando sombras inertes e inmóviles dentro de una prisión. Son sólo cinco días los que estará encerrado Joseph en prisión hasta que pueda salir por buena conducta. Joseph sólo busca tentar el alma o dejar saber que es él el único dueño de hurtos en Hitarroti. Joseph calcula con demasiada e irremediable desesperación las horas que le quedan en prisión para volver a realizar sus fechorías de hurto. Son sólo cinco días los que va a permanecer allí encerrado en prisión Joseph. Cuando en el alma y en el corazón hay y existe el coraje en ser como el derrumbe total en su memoria por pensar e imaginar quién será su próxima víctima. Mientras tanto Joseph en prisión mira y observa a todos allí con sus problemas delictivos y se pregunta por qué llegaron hasta aquí. Lo sensacional de estar y de pertenecer a una prisión sólo le llama la atención que come caliente y que jamás sentirá hambre como cuando se halla en la civilización o en la calle porque Joseph se alimenta cuando hay alimentos. La vida comienza en discernir y deliberar que Joseph es un delincuente diestro y que el sabor en sentir el deseo de salir de la prisión. Cuando sólo es el infierno rojo pertenecer allí, sí, a la prisión peligrosa, pero, inocua para quién sabe sobrevivir en la prisión. La vida trascendental de Joseph ocurre y discurre cuando en el comedor de la prisión se da un frío altercado entre dos reos. Y Joseph se siente como un pez pequeño en un inmenso lago. Cuando se fue a pernoctar a una esquina de la prisión a pensar qué hará si le ocurre algo así, aunque esté en prisión eso no significa que los asesinos de la cárcel puedan hacer con él lo que quieran cuando él sólo es ladrón y no un asesino. Cuando en el juego de la cárcel comienzan a tener problemas los reos unos con otros y eso no le agrada a Joseph. Joseph está loco por salir de allí si su sentencia fue de cinco días consecutivos. Joseph sólo desea cumplir la sentencia rápidamente y salir airoso de ese trance delictivo de un delito perpetrado y que realizó por ser un ladrón diestro sin mediar actos ni pensamientos y ahora teme por su seguridad en la prisión. Han pasado tres horas en la prisión y ya vive una mala experiencia, aunque en la prisión no hay buenos momentos, sólo Joseph cree en intensificar su estadía en la prisión como algo de aprendizaje para poder salir de allí a realizar otros hurtos y a otras víctimas que tiene en mente. Joseph es un ladrón diestro, pero, sin reivindicación, sin aprendizaje sin destino ni camino si él continúa con la fechoría porque él dice que… -¨la vida te roba róbale tú a la vida¨-. Joseph y su vida cala muy hondo y en lo más profundo de su propio corazón cuando en la prisión pernocta el odio, malos hábitos, necesidades, vicios y más que eso una mala conducta entre reos. Joseph no puede soportar permanecer un día más en esa prisión. 

Joseph sólo anhela y piensa en su libertad. Joseph sólo quiere salir libre y en libertad de esa cruel prisión. Joseph teme por su vida o por su seguridad, pues, en el camino se tropieza con un reo no muy buenos amigos. Aunque en la prisión no se tiene amigos, la vida en la prisión es terrible, es cruel y con mucho sufrimiento. La libertad para Joseph es y significa poder hacer de lo suyo, continuar robando sin que lo atrapen. Y todo porque Joseph es un ladrón diestro. Y que en el ámbito doloroso sólo desea cumplir la sentencia y salir en libertad, pero, son sólo cinco días como reo. Joseph sólo desea y piensa en su libertad, como algo imposible de llegar, o sea, que siente y presiente que su libertad es una eternidad fuera de otro mundo. Joseph sólo anhela su única insistencia y es la libre libertad para continuar con el error más grande de su vida: el hurto. Y Joseph piensa que el mandamiento de Dios no puede ser verdad si todo el mundo hace algo indebido y que él no será un ser humano distinto a los demás. Joseph se siente como presiente en el alma, una fuerza en el cuerpo y en los brazos una condena que es fuera de éste mundo. Cuando Joseph petrifica la fuerza y la manera de ver en el trance de la verdad cuando arde el silencio y la pura verdad en que el juego de la prisión acaba de irrumpir en un sólo instinto en subyugar que su libertad es tan libre como sus propios anhelos aunque al sol no lo pueda ver. Joseph quiso ser el reo con la conducta más buena, leal y llena de principios, se dice él, pero, es hasta que salga de la prisión porque cuando esté en libertad será como el cometa o como la chiringa con el aire sosegado que vuela tan lejos como un ave rapaz. Joseph en el silencio de la prisión se vio como un tiempo sabio o como un deseo a vivir y tan insegura es la vida que ya tiene varias víctimas para realizar sus fechorías. Cuando Joseph en el ademán incierto y tan inconveniente se aferró el deseo a ver al cielo como inalcanzable o como el mismo torrente de sinsabores inciertos se debate en una ira sorprendente y en un eficaz momento en que más desea en ser libre como un ave rapaz y tratar de volar aunque con alas invisibles para hacer sus fechorías como el mismo transcurso del tiempo. La libertad para Joseph es como flotar en el aire o navegar por los mares siendo un náufrago perdido con puerto seguro por llegar. La libertad para Joseph es como ir y venir lejos siempre al cielo inalcanzable, pero, el hurto para Joseph va más allá de la simple libertad. Joseph y la libertad son como dos cometas de luz que comienzan a desfilar por el universo oscuro. Y desatando la libertad hacia una esfera como el cristal sólo Joseph imagina o piensa en la sola libertad. Si Joseph fue como atraer la vida en una conmísera mala atracción de caer sobre el suelo y lo peor aún sentir lo duro y persistente del suelo. Si fue como el sol ofreciendo rayos de luz que penetran hasta el fondo del alma más viva. Y, sí, que el tiempo soslayó en sombras desiertas por un sol que está en la calle y no bajo los barrotes de hierro de una prisión. Y Joseph comienza a desfilar con libertad por una pasarela en el cielo abierto y piensa y piensa e imagina tanto que ya es libre que queda como el tormento frío. Si para Joseph la libertad es como el sol o la luna, si es como abrir alas y volar aunque seas un reo clandestino que hurta lo que otros tiene sin importar nada en la desventura de ser como el cometa de luz. La libertad para Joseph es como correr en bicicleta, es como correr patines, es como subir al Tiovivo, pero, ¿por qué el hombre hurta lo que tiene otros?, si para Joseph la libertad es tan esencial para él. Si la libertad para Joseph es de gran cosa sin ser artificial o fantasía sino una cosa muy grande y en su pecho no cabe el deseo en converger que el corazón late como veloz en su deseo de ver la libertad en su propio camino. 

En el pueblo de Hitarroti se halla un ladrón confeso que fue sentenciado a cinco días de prisión. En la prisión Joseph sólo logra derribar murallas y fronteras con su sola imaginación logrando ver la libertad en su camino o en su destino. Joseph contempla la idea en confesar todos los hechos que ha hurtado en el pueblo Hitarroti y confiesa los hechos a su compañero de celda. El compañero de celda, otro ladrón más, cumple una sentencia de un año aproximado y es amigo de Joseph. La amistad aflora tanto que logra el amigo que Joseph confiese todos los hechos que ha cometido en el pueblo. La vida de Joseph no calma en redención ni se reivindica en aceptar que la vida no lo cambia ni para bien ni para mal sino que mantiene su postura por ser un ladrón y nada más. Joseph confiesa toda su vida a ése nuevo amigo de celda cuando en la prisión se le va la lengua al expresar todos sus malos actos siendo un ladrón sin piedad. Joseph confiesa uno a uno sus crímenes de ladrón por hurtar lo ajeno en un camino templado, cálido y muy fácil para ejecutar sus fechorías. La primera fechoría fue cuando Joseph tenía quince años y era monaguillo de la iglesia en el pueblo Hitarroti, un día con la ofrenda de la iglesia contó uno a uno los pesos recibidos en ofrenda por los feligreses de la iglesia y le gustó tanto el olor que destila el dinero y se quedó con parte de la ofrenda expresando que pronto lo devolverá y hasta el sol de hoy no ha devuelto el dinero que hurtó de la ofrenda. La segunda fechoría fue al barbero de la esquina del pueblo y trabajó con él un tiempo, al cuadrar la caja de toda labor de un día, observó el dinero en la caja, quiso más y más y se quedó con parte del dinero. La tercera fechoría fue en la tienda del barrio que se dedicaba a vender dulces, Joseph también, laboró para la tienda cuando el cliente pagaba Joseph se quedaba con parte del dinero. Joseph siempre expresó que devolvería todo ese dinero, pero, no le quedó otra opción que gastar ese dinero para sus propios gustos y sin poder devolver jamás. Ahí es que Joseph comienza a hurtar lo que no es de él y prosigue siendo un ladrón diestro que con su propia alma busca una luz descendente, pero, jamás perder de vista, así es que comienza a convertirse en un ladrón y jamás lo ha dejado de ser. Joseph le confiesa sus fechorías en la celda a su compañero clandestino y el amigo le confiesa lo peor cosas impublicables porque en el trance de su vida hizo cosas más indebidas que Joseph. Joseph entregado en cuerpo y alma a la confesión hacia su compañero de celda ríe y no llora sino que decide recordar como anécdota todas sus fechorías dejando caer el cielo con la luz que emana del cielo. Joseph confesó todo si eran fechorías pequeñas, pecados y tentaciones frías y tan álgidas como el viento. La vida comenzó a destruir la conmísera atrayendo la forma de ver el cielo sin ser gris. Joseph confesando toda su vida queda maltrecho, arrepentido, adolorido y sufrido por todo lo que ha hecho, pero, sin hacer daño a nadie. La vida para Joseph comenzó como un terrible ladrón llegando a ser prisionero y reo en la prisión en el pueblo Hitarroti cayendo en lo más profundo de un abismo tan frío como la misma verdad. Joseph sin creer en mandamiento alguno del Cristo cree que nunca lo ha de perdonar cuando profana un mandamiento como lo es ¨no hurtarás¨. Joseph cree en su insistente corazón que le dice y le expresa -¨hurta¨-, dejando caer la cara de vergüenza, pero, en el recelo de la vida corre ser solamente un solo ladrón y confeso ante todo. La confesión de Joseph no sorprende a nadie si lo sentencian a cinco días de cárcel por hurtar el maletín de un magnate que con pitonisa sabía todo que Joseph le hurtaría su maletín y por eso lo sentencian a cinco días preso y reo en la prisión de Hitarroti. Joseph no calma en reivindicar su vida.

Joseph en la mirilla de otro reo teme por su vida y seguridad atrayendo el pecado mortal de asesinar, pelear y hacer camorra entre reos, un motín clandestino en la prisión de Hitarroti. La vida en Hitarroti no es de buena lid cuando en el imperio de las riquezas siempre han estado en la mirilla de ladrones por obtener y hurtar lo ajeno. La vida en Hitarroti es una vida tranquila, sosegada y templada si todos se conocen y recorren el pueblo con tiendas para vender bisutería. Los ladrones se esconden y se apartan del pueblo para poder cometer sus fechorías, pero, no hay orden en el pueblo de Hitarroti. Los ladrones acechan con devorar todo el dinero recaudado por estos comerciantes en el pueblo de Hitarroti. Joseph en la prisión por ser un ladrón de éstos sólo desea salir airoso de la prisión queriendo la libertad entre sus propias alas y volar como lo hace un ave rapaz. Joseph sólo desea con capricho autónomo salir airoso de la cárcel sin una camorra, una contienda o un altercado entre reos formando un motín de reos clandestinos en la prisión. Joseph sólo desea convertir su vida prisionera en cinco días en libertad sin perpetrar una camorra entre reos. Joseph planea salir en libertad desde la prisión en Hitarroti cuando fue juzgado y sentenciado a cinco días de prisión. Joseph sólo quiere salir de la prisión para volver a realizar esas fechorías que le llaman tanto la atención. Joseph no es cleptómano, no es pirómano sino que es un ratero diestro y como ladrón acecha con devorar todo el dinero del pueblo Hitarroti. Joseph piensa y piensa e imagina que su rumbo tomaría otro rumbo cuando llegue su libertad a aflorar a su vida. La vida para Joseph comienza en creer que saldrá en libertad tan pronto transcurra cinco días de prisión y lo que lleva son horas sin poder ver que llegue la hora para salir en libertad. La vida para Joseph queda en el limbo cuando sólo piensa en salir airoso y en libertad de esa prisión que le aprisiona cuerpo, mente, alma, vida y corazón sucumbiendo en un trance tan delictivo de un pasado que solamente lo dejó preso en una prisión en Hitarroti. La vida para Joseph solamente acaba de empezar en cumplir su sentencia de cinco días prisionero por ser ladrón de un maletín que supuestamente contenía dinero y joyas y sí que lo hurta, pero, el magnate fue más inteligente teniendo una pitonisa de su parte y que Joseph hurtó sin tener nada del contenido en el maletín. Y, Joseph fue preso y sentenciado a cinco días de prisión. La vida para Joseph es querer salir en libertad, recorrer de punta a punta, de esquina a esquina al pueblo lleno de comerciantes y de dinero en bisuterías para hurtar y ser feliz. Joseph nunca ha sido feliz si desde que hurta su vida ha quedado en una prisión sin salida queriendo llegar a la libertad. Joseph en el infierno rojo de la prisión (como así llaman los reos a la prisión en Hitarroti), sólo conlleva en sustraer la libertad en la sola imaginación de Joseph cuando teme por su vida y su seguridad por una camorra que se ve venir en la cárcel. Joseph quiere salir airoso, pero, algo le impide o lo detiene y es que un reo comienza a tener un altercado con otro reo y Joseph teme por su vida y por su seguridad y todo porque él es un ladrón y nada más sin ser un asesino peligroso ni nada por el estilo. Joseph sólo quiere salir airoso y se debe a que lleva horas en la prisión siendo un ladrón y hurtando lo ajeno. Joseph quiere que su libertad sea tan libre como flotar en el aire y viajar a través del viento, pero, su insistente corazón lo detiene por un solo latir entre barrotes de hierro que entorpecen la voluntad de Joseph ser libre y tener libertad. La vida de Joseph se aferra en querer ser libre como la libertad, pero, su alma encerrada y atrapada en una prisión sólo lo lleva por un tiempo impidiendo que su corazón sea libre. Y, liberar el corazón y el alma sólo lo lleva por un camino intrínseco.

Joseph se siente abatido, adolorido, herido, atrapado, insípido e inestable cuando en el afán de  querer ser libre se atormenta su vida, su esencia y más su corazón. Si Joseph es atrapado entre una celda y quiere la libertad, pero, la culpabilidad es certera como el dolor que lleva por ser un ladrón. Joseph se siente intransigente, intrascendente y muy abatido cuando su corazón, su alma está atrapada entre una celda y otra celda en una prisión en el pueblo Hitarroti. La vida para Joseph queda mal herida y atrapada entre barrotes de hierro o rejas sin sol donde la sombra es la penumbra en soledad y atando el deseo en querer la libertad y poder ser libre. La vida para Joseph queda sin libertad y sin más que sombras desérticas para poder salir airoso sin un pesaroso sentido y sin sentir la vida queda en derredor. La vida para Joseph queda adherida como imán hacia una celda sin salida, sin tiempo, con barrotes de hierro y sin sol ni luz en derredor. Joseph siente capricho exótico en querer la libre libertad para soportar la vida carcelaria, el alma atrapada y el corazón sin latidos. La vida comienza desde cero cuando el tiempo transcurre para Joseph queriendo derribar el comienzo de toda una vida de ladrón a hurtar lo ajeno. Aquel maletín con dinero y joyas, el cual, hurtó Joseph colocándose debajo del podio de un magnate con arenga en sus labios y quiso hurtar el maletín, pero, todo quedó en nada cuando el maletín estaba vacío y gracias a una pitonisa que adivinó el momento en que Joseph hurta el maletín. Joseph fue sentenciado a cinco días de prisión y todo porque el maletín estaba vacío o sino hubiera sido más tiempo. Joseph y su primer día en prisión se siente muy inestable, muy adolorido y muy herido cuando en el afán por querer ser libre se convierte en un trance delictivo deteniendo la vida en un corazón sin latidos. Si Joseph se siente como una presa de un depredador, por el cual, se aferra a la idea de ser como la presa llena de temor, con la ansiedad y con el horror en ser presa y nada más. Cuando en el embate     en poder creer en el alma aferrándose a la idea en ser como el alma un sólo horror en el embate de haber caído preso y como reo queda encerrado en un trance delictivo por haber hurtado lo ajeno. Hurtar lo ajeno para Joseph era como el amor hacia la perfección de sentir lo ajeno en sus propias manos. Y Joseph siente como el dolor dentro de esa celda en la prisión en el pueblo Hitarroti. Cuando ocurre el desastre o lo peor, cuando en el alma corre en ser como el deseo, pero, Joseph encerrado entre barrotes de hierro sólo se siente como el frío nefasto de dar una sola señal en el cielo y es que su alma desea volar de allí lo más pronto posible. Joseph cuando en el trance delictivo en poder creer que su alma tiene frío y de álgido viento en esa prisión lleno de soledades y de sombras desérticas donde no hay sol ni luz. Joseph en el alma y en su corazón quedó como el desastre de ver el cielo lleno de luz, pero, su cuerpo atrapado entre barrotes de hierro y sucumbiendo en un sólo delirio y tan frío como el alma fría. Joseph en el embate de dar una sola salida si era la sola libertad por ser tan libre como poder flotar en el aire o como poder volar con el viento. Cuando en el suburbio de su pobre corazón quedó Joseph maltrecho, adolorido, y sintiendo en el alma una sola soledad que atrapó al deseo en envenenar el anhelo de sentirse tan abatido en la prisión. En el pueblo de Hitarroti la noticia del hurto va y viene en derredor y en alrededor con los comerciantes de bisutería y hartos del hurto protestan en las afueras de la prisión. Joseph se siente tan descontento e infeliz y todo porque no está en el pueblo haciendo fechorías de hurto. La vida de Joseph se aferra a la idea de sentirse como el alma muerta de espantos nocturnos cuando la vida corre en ser más y más atrapada entre las rejas de la prisión.

Joseph en el segundo día de prisión en su interior desea ser libre más que la propia libertad. Joseph es más que el poder, más que ser un ladrón diestro en hurtar lo ajeno. Él piensa en discernir, con disidencias autónomas de ser un reo sin libertad cuando en el comedor de la prisión hay una camorra. Joseph piensa en que algún día le tocará vivir una camorra o un motín entre reos y que se quedará preso y para siempre si llegara en ser un asesino. La esencia de Joseph en creer en el recelo de la vida y en el desconcierto de su razón sólo siente y presiente que su vida acabará sino queda libre y en libertad en tres días. La vida para Joseph quedó como el derrumbe insistente en creer en la sola transición cuando el temor y la libertad se aferran como dos cosas en un solo lugar y es en la prisión. Joseph sólo desea converger y convidar sin disidencias autónomas en salvaguardar a su propia libertad cuando él tiene la noción de que algo pasara y sin tener como aliado a la pitonisa como aquél magnate. Joseph no tiene ni la menor idea sólo una vaga razón en su pensamiento de que ocurrirá lo peor en tres días cuando pueda lograr estar en libertad sino sucede lo que él piensa y sin atraer lo negativo a su vida comienza a debatir una sola insistencia en creer que su alma volará lejos de la prisión, pero, su cuerpo quedará adherido a la cárcel y como un barco de papel se aterra en discernir si queda varado, estancado o adelanta hacia la misma libertad. En Joseph transcurre el tiempo como un cometa de luz cuando se enaltece la bondad, la penuria, la carencia en quedar varado por siempre dentro de un prisión. La vida para Joseph no calma en reivindicar su estado de ánimo cuando sólo faltan tres días para poder ser libre y con una libertad autónoma volver a las fechorías en hurtar lo ajeno en el pueblo Hitarroti. Joseph transige como transmuta una sola idea en saber que afuera le espera el amor, un amor que dejó y que en ella piensa en esa noche en la prisión. Y, perpetrando un recuerdo sólo piensa en el amor de ésa mujer porque es quién lo adora, lo quiere y lo ama tal y como es él sintiendo una pesadez por ser un ladrón y nada más. La vida para Joseph no calma en redención cuando quiere escapar lejos de ese recuerdo que le atormenta, que le hiere y que lo venera como tormentas de soledades de venidero instante. La vida para Joseph es amar a ésa mujer y atrapar a su recuerdo cuando en el alma queda inmortal de un espanto nocturno cuando sólo piensa en discernir como una sola verdad que el tiempo trastoca como un recuerdo ambigüo, pero, tan real como el mismo amor. La verdad es que todo comienza en el amor entre Joseph y ésa mujer amando como nunca antes en un ¨affair¨ clandestino. Y, Joseph sintiendo la vida como la única verdad de que ésa mujer es el verdadero amor para él. Joseph se aterra al frío desconcierto en querer y creer que el rumbo queda incierto como el amor verdadero en sentir que la libertad queda como ser una libre presa de un solo depredador. Joseph queda como el tiempo o como la osadía en creer que el amor queda en libertad y que el cuerpo y los recuerdos quedan presa de una prisión. Así es que Joseph queda inmortal de espantos y de una desilución autónoma en poder creer que el amor queda como una penitente caminata sin poder llegar a su destino. Y, así que fue el amor en quien piensa Joseph cuando en el embate de dar una posible posibilidad de dar rienda suelta al amor queda como el desastre de creer en la sorpresa de un camino sin destino frío. Y Joseph quiere ser libre para volver a amar en plena libertad, sintiendo la osadía en creer en el alma una sola insistencia en quedar como el desafío inerte. Cuando ese ¨affair¨ quedó como siendo presa del verdadero amor en el corazón, y es quién Joseph piensa en creer en el amor a la buena suerte. 

Joseph posee una cuenta de ahorros por hurtar lo ajeno y con esa cuenta cuenta en poder saldar los hurtos que desde los quince años ha hecho en el pueblo Hitarroti. Joseph no calma en reivindicar su vida de todos los hurtos cometidos de su vida en el pasado. Joseph sólo desea saldar y con cuentas claras quedar con la certeza en ser perdonado y con el arrepentimiento caer en el cielo inalcanzable donde un Dios lo ha de notar. Joseph queda adherido al amor y a la compasión en poder creer en el alma desierta en pagar lo que debe. Cuando, en Joseph ocurre el transcurso de un curso de vida con el alma muerta de espantos cuando sólo desea converger y convidar hasta hacer pagar con dinero hurtado lo que él mismo hurtó desde hace mucho tiempo atrás. La vida de Joseph sólo quiere ser libre y se atormenta cada vez que piensa en la posible camorra que puede ocurrir como posible motín en la prisión en el pueblo de Hitarroti. Joseph con esa cuenta de ahorros sólo quiere saldar los hurtos cometidos por él mismo en el pueblo. Va Joseph y llama a su amor, y le hace la encomienda en debitar de su cuenta de ahorros cierta cantidad para pagar los hurtos cometidos de él mismo en el pueblo, o sea, con dinero hurtado paga lo que hurtó. Y, sí, que Joseph se contempla amado, perdonado y más que eso arrepentido de todos los hurtos cometidos por él mismo. Joseph queda a la deriva en creer en el embate de dar una comitiva o convidar en un sólo mal tiempo cuando está prisionero en una sola prisión de dolor y de fugaz encuentro con la amarga soledad. Y desde la prisión Joseph paga lo que siempre debió de dinero hurtado por él mismo. Y Joseph deseó pagar lo que hurtó cuando en el ambigüo momento quedó absuelto de toda culpa de un hurto ponderado por él mismo. Joseph quedó atónito y estupefacto cuando pagó lo que su corazón hurtó una vez y desde los quince años en el pueblo Hitarroti. Joseph quedó complacido y más que eso arrepentido por todos los hurtos que cometió. Y en la prisión de Hitarroti queda la bondad de un solo corazón cuando Joseph abandonó la sola idea en ser nuevamente un ladrón de pueblo. Joseph quedó como el ladrón más ineficaz de todos los tiempos, cuando en la alborada no vio al sol que salió desde el cielo sino que el instante quedó como las sombras desiertas de una oscuridad plena como estar encarcelado como prisionero y aprisionado en una prisión. Cuando Joseph quedó ambigüo como un buen deseo en sobrevivir queriendo pagar hasta con creces lo que sus manos habían hurtado desde joven. La vida para Joseph quedó transigente y sin volver a cometer ningún acto indecoroso cuando reivindica su vida desde prisión. Si él pensó que tan pronto saldría de la cárcel cometería los mismos hurtos tanto al cura de la iglesia, a la tienda del barrio y al barbero del pueblo, pero, no los comerciantes se verían más atraídos por toda bisutería que vendería si los hurtaba. Joseph quedó abatido, adolorido y muy penoso a pesar de que la cuenta de ahorros quedaría sin balance para pagar todo lo hurtado desde joven. Joseph pensó en su vida como algo intrascendente como poder no reivindicar su vida, pero, el tiempo, el amor, el miedo y el temor a una posible camorra le hace arrepentirse de todo y de todos los hurtos que cometió desde joven. Joseph quedó abatido y adolorido en la cama en la prisión por demostrar que su corazón aún ama a condescendencia y a virtud de un amor hacia el prójimo cuando sólo desea perdonar sus pecados de hurto y de un mandamiento del Cristo por pagar aunque sea con dinero hurtado desde que quiso superar los hechos cometidos con retribuir el cometido de hurto. Joseph desató la ira del mal cuando se arrepintió de corazón y saldó la deuda que tenía y que nadie sospechaba. 

Joseph comienza a sospechar que posee enemigos dentro de la prisión y todo porque es un ladrón diestro, pero, no un asesino cuando su vida y seguridad corren peligro. Joseph sólo desea que la enemistad se torne amistad, pero, en el comedor existen altercados entre reos y él teme por su vida y seguridad. La vida comenzó como un hurto y desató la ira del mal cuando Joseph reivindicó su corazón. La vida finalizará cuando la camorra o el motín trascienda en una cárcel donde no hay salida. La vida atormenta como es inalterado el corazón. Los enemigos se creen que eran amigos porque todo enemigo fue amigo, pero, en la cárcel no existe la amistad solamente ladrón con ladrón se entienden y así fue, así fue el compañero de celda de Joseph cuando Joseph confesó todos los hechos de hurto. La vida parece desaparecer cuando en el ámbito de ser ladrón quedó adherido a un pueblo donde el dinero era la riqueza para todo hurto. Joseph miró al suelo de la cárcel y sólo vio un suelo y pudo saber que donde quiera que se detenga va a ser suelo y que el cielo donde quiera que se detenga va a ser cielo, lo único que cambia son los actos, el amor, las ilusiones, los hechos y los cometidos entre manos de los seres humanos. Joseph quiso que los enemigos sean amigos e irrumpió en un deseo, pero, ambigüo quedó cuando los enemigos no quisieron ser amigos. La vida para Joseph quedó como el torrente sin sabores, sin sensibilidad, sin pasiones, sin amores y sin libertades cuando el alma quedó adolorida, atrapada y más atada entre barrotes de hierro y sin hallar la salida. Para Joseph es el cuarto día prisionero, encerrado, encarcelado y en una prisión sin poder escapar de las garras de la autoridad solamente esperar cinco días que fue la sentencia impuesta por haber querido hurtar un maletín con dinero y joyas de un magnate. La vida para Joseph fue indecorosa, intransigente y muy enmudecida cuando sólo quiso la libertad. Joseph halló enemigos en la cárcel y todo porque los reos tienen un altercado. Joseph y en su cuarto día sólo siente que está en la mirilla del enemigo y todo porque es un ladrón diestro y no un asesino tan peligroso como ellos. La cárcel es enemistad del corazón y amistad del mal cuando ocurre lo peor que es hallar enemigos en el mismo lugar sin salida y sin poder escapar de la camorra. La vida comienza a desenredar la contienda, pero, quedan las asperezas de una enemistad que vive a muerte segura o sin libertad alguna. La vida no cambia cuando lo delictivo en hurtar no solapa de un pensamiento tan oscuro como las sombras desérticas que se hallan dentro de la prisión sin luz del sol. Las rejas de la prisión son un impedimento para traer la libertad y libertar el alma, el corazón y la vida cuando se atemoriza de un espanto tan inseguro como es la vida dentro de la cárcel. Joseph sin tolerar la cárcel ya desea que transcurran los cinco días de sentencia impuesta por un hurto indebido cuando no hubo dinero ni joyas en un maletín de un magnate por esconderse debajo de un podio para hurtar el maletín mientras que el magnate hacía arenga. La vida quedó encarcelada, el corazón atrapado y el alma prisionera cuando en el embate de creer que el silencio recorre las cuatro paredes de la prisión. Joseph piensa y cree que el tiempo no caduca ni expira sino que transcurre desapercibido en un instante de cólera. La vida para Joseph queda intranquila desde que los enemigos enemigos son como el desasosiego pleno en oscuridad y así fue que el enemigo acechó de tal manera que hirió al corazón de un solo ladrón. Joseph cometió el peor error en su vida, pero, así pudo reivindicar los hechos en hurtos que había cometido por una cuenta con la cual saldó todo hurto porque con dinero hurtado pagó lo hurtado. Joseph encontró enemigos fuertes y rudos, pero, su corazón solo fue un ladrón y no un asesino.

Para Joseph es el quinto día en prisión cuando lo que más desea es salir en libertad, pero, antes de ser libre sin que sus enemigos lo supieran realizan una camorra en el comedor antes de que Joseph saliera en libertad. La camorra comenzó como un altercado entre dos reos y finalizó en un motín de unos cuantos reos incluyendo a Joseph porque Joseph no quiso quedar malherido. La contienda entretejió una telaraña por donde comenzó a atrapar a su presa y como un depredador jamás soltó a Joseph como presa. La vida fue insípida, intolerable, inestable e insulsa cuando la camorra impide que Joseph salga en libertad. La libertad para Joseph era como flotar en el aire demostrando que puede volar con el viento y que en el ambigüo proceder quedó como un desierto frío demostrando que la libertad es el poder más fuerte de un corazón. En la prisión llegó el retén a detener la camorra y solamente observan que Joseph posee una daga en su mano izquierda cuando solamente él quiso impedir la muerte segura entre reos y su libertad quedó sin ser libertad. Joseph sin calmar a su propio corazón quedó encerrado, prisionero, encarcelado en aquella prisión del pueblo Hitarroti. Joseph quiso tener la libertad a cuestas de la sola razón, pero, solamente pudo saber algo que la locura lo llevaría a un encierro total y a una prisión sin salida cuando aquella camorra lo dejó prisionero y sin libertad. El pecado incurrido por Joseph por haber hurtado aquel maletín de aquél magnate sólo lo dejó encarcelado, prisionero y adolorido como un reo sin libertad. La vida  comenzó desde cero, otra vez, cuando fue juzgado y un jurado lo sentenció a un lustro prisionero por hallar en su mano izquierda a una daga y, aunque no pasó nada la camorra fue mortal como esa daga. La vida de Joseph quiso morir por haber sido un ladrón y nada más cuando aquella camorra lo sentenció a más días en una prisión donde se aprisiona el alma, el corazón y la vida. Y, Joseph quedó como reo sabiendo que el hurtado había sido pagado y que lo pagado fue pagado con lo hurtado. La vida sin freno quedó adherida a un imán como son los barrotes de hierro en una prisión devastada por el tiempo. Las rejas de la prisión eran como las sombras desiertas y sin luz del sol quedó Joseph en el infierno rojo como le dicen a la prisión en Hitarroti. Joseph irrumpió en un deseo cuando el infierno rojo quedó como un mismo infierno y como un precipicio sin poder hallar salida porque los barrotes de hierro eran las sombras de aquel sol que él creía que volvería a ver con su libertad. Y, Joseph en la prisión quedó y después de un lustro es que pudo ver al sol, otra vez, y cumplida la sentencia quedó Joseph con su libertad en mano, en su corazón y más dentro de su alma. Y, Joseph miró de lejos al infierno rojo y dejó que su libertad fuera del color de la luz del sol.




FIN