Te abandono en los senderos de tu cruel existencia,
Dejando atrás los ecos de mi amarga penitencia.
Mi alma fatigada busca nueva residencia,
Donde el duelo no alcance con su fría indiferencia.
En el abismo oscuro, tu sombra en decadencia,
Se desmorona en sueños sin mi fiel presencia.
Los vientos del olvido, con su cruel persistencia,
Se llevarán tu ardor, desprovisto de resistencia.
Caminaré con la luna, dejando la adherencia,
Que en mi pecho quebraste con tu vil maleficencia.
Las estrellas observan esta amarga sentencia,
Que dicta tu apatía; buscaré la indulgencia.
Me despido de ti, amor, en tu vana indiferencia,
Y con mis pasos, extingo el fulgor de tu ausencia.