Los rayos del sol se agrietan
donde las memorias vienen a quedarse
el aroma a café se mezcla con el ayer
y se posa en mi pecho como una cadena.
Las sillas vacías se visten de heridas
agravando mi soledad
cuando la ausencia se sienta
aún escucho tu mano.
Te busco entre algarrobos frustrados
en vasos que vagan
en el seno de un hogar.
Soy la sombra del día que se apaga
entre susurros de cristal
y tinte de auroras sollozando
entre hojarascas rojizas.
Llueven mis lágrimas
sobre la encina risueña
humedeciendo las espinas
donde las rosas engullen las sombras
de sórdidas caracolas sin espasmos.
El sol se hizo distante
no llega a mis pétalos
calienta lo que yo murmuro
en el carmín de tus ojos.
Las raíces luchan en el polvo de la nieve,
se aferran a un suelo ya sin brío,
No sé si de tu tierra hoy arrasada,
brotará luz de sacristía,
destruyendo los muros de la ceguera
y sembrando la ilusión
en esta oscuridad de bolsillo de una diosa.