A once días calendario para la llegada de mis cuarenta y dos años
la visita de la realidad siempre o casi siempre me llega con una lección,
mientras comprendo la ingratitud el bastón que guía al ciego,
una vez que se retoma la vista ya no se necesario.
La juventud, aunque parezca cercana, lo cierto es que partió hace muchos años
Y en mi afán de sentir mis años mozos, bebí alcohol en exceso,
dormí donde no debía y debo de decir que el alcohol y la madrugada activan
más los sentidos que la razón… Para no hablar de mensajes nocturnos
que no se deben de enviar.
El cuestionamiento de la libertad es proporcional a la falta de la misma;
No conozco todavía quien controle el viento, las mareas o el corazón de los amantes,
La verdad me perdería sin duda alguna en un rato de respeto mutuo, sencilla reciprocidad.
Pero aquí estamos a la víspera de los cuarenta y dos, viendo como la orilla se aleja
En una vida que no da marcha atrás.