Mirarte
es un instante que se alarga,
una llama secreta me consume,
la luz, en su descenso lento,
se convierte en cielo,
ese azul profundo que habita
el abismo de tus ojos.
Viajo, sin tiempo,
por la intensidad de tu mirada,
allí donde el mundo cesa,
y la luz,
tu luz,
se despliega y me envuelve,
en un sueño que no acaba,
en un eco que es eterno.
En tus ojos
en el claro de tus ojos
el horizonte se disuelve,
y la luz,
ya no es la luz,
es el fuego que me roza,
es el sol que arde en mi ser.
Mirarte es perderme,
y al perderme,
descubro mi destino
es vivir por siempre
en el reflejo infinito
de tu diáfana mirada.