Hay días en los que pensar en tí
no es suficiente:
los pilares de mi alma tiemblan
sacudidos por la fiebre
del deseo, por la obsesión
sin nombre de amarte y no tenerte.
Hay días en los que las horas no alcanzan
mientras recreo tu sonrisa en mi mente
y el tiempo se diluye
y mi corazón se retuerce
y mis venas palpitan
cual ríos ardientes.
Hay días (muchos a decir verdad)
en los que el milagro no sucede
y la ilusión, como una mosca
atrapada en una telaraña, muere
dejando atrás una memoria
muy triste y muy breve.
Hay días en los que soñar contigo
no es suficiente
y apenas encuentro consuelo
en las golondrinas de Bécquer
o el cuervo de Poe
o las antiguas historias de Oriente...
Hay días que se hacen eternos
y el cielo y la tierra oscurecen
mientras el amor me devora
y los versos florecen...
¡Cuán feliz sería si pudiera
por un instante volver a verte!