Una charla más
Cuando el ocaso se comenzaba a vislumbrar, se podía escuchar, la conversación de éstas amigas que discrepaban entre sí, en que si se podía o no, volar, una le decía a la otra:
-Eso de nosotras volar; son fantasías, un engaño para ilusionar, mejor nos vamos a acostar que mañana hay que trabajar.
Su compañera, antes de cerrar los ojos, meditaba y miraba al suelo, avergonzada de sí misma por haber alimentado la ilusión de tal cuento del pasado.
A la mañana, la jornada seguía la cotidianidad de un día más, hasta que nadie sabe a ciencia cierta qué aconteció. De momento, todo oscureció.
La vieja oruga se revestió de telas que no pidió, asustada intentaba luchar, mas, era en vano, no encontraba salida pues se encontraba en crisálida.