Mamá no me dijo
que el sol se cansaba,
que la luna es prestada
y que el tiempo es un ladrón
con guantes de seda.
Mamá no me dijo
que los abrazos también se acaban,
que los besos se rompen
como las copas de cristal
cuando el miedo se cuela
por las rendijas del alma.
Mamá no me dijo
que los silencios pesan,
que la distancia huele
a sueños sin dueño,
a cartas sin sello
y a promesas sin eco.
Mamá no me dijo
que el amor se oxida
si no lo riegas a diario,
que el adiós es un tren
sin estación de regreso,
y que el olvido es un callejón
donde se pierden los pasos.
Mamá no me dijo
que los recuerdos duelen,
que los ojos mienten
cuando dicen que no lloran,
que las manos tiemblan
cuando el vacío las abraza.
Mamá no me dijo
que la vida es un juego
con reglas invisibles,
donde a veces se gana
perdiendo lo que más amas
y
a veces se pierde
ganando soledades.