Gonci

El canto del Tunche (Leyenda de PerĂº)

Por los bosques umbrosos,

 el Tunche vaga,

un alma en pena,

un espectro que aterra.

Su silbido agudo,

 un lamento profundo,

convoca el miedo,

la oscuridad desata.

 

Entre lianas y hojas,

 su silueta se esconde,

mientras la luna llena

 su rostro esconde.

¿Cuál es tu historia,

 espíritu errante?

¿Por qué atormentas

 a los que te encuentran?

 

Tu esencia oscura,

 un enigma sin fin,

sembrando el terror

 dondequiera que andas.

Una existencia

 que trasciende del bien al mal,

según sople el viento,

 según la fatalidad.

 

Cuentan los ancianos,

 con voz temblorosa,

que el Tunche aparece

 cuando la luna es hermosa.

Sus pasos son ligeros,

 su aliento helado,

y en la oscuridad,

 su rastro es dorado.

 

Un silbido agudo

 rompe la quietud,

anunciando su llegada,

 cruel y sin piedad.

Sus ojos, dos carbones,

 arden en la noche,

y su risa macabra

congela la sangre.

 

Como sombra que danza

 en la noche oscura,

el Tunche se acerca,

 silente y seguro.

Su aliento gélido,

 un beso de muerte,

roba el alma y la paz

a quien encuentra.

 

Pero hay quien dice,

 con voz esperanzada,

que el Tunche protege

 la selva sagrada.

Que cuida los ríos,

 los árboles y el suelo,

y que solo castiga

a quien trae desvelo.

 

Así, en la selva,

 el Tunche respira,

con cada hoja,

 con cada río que brilla.

Y aunque su leyenda

cause temor,

es el corazón de la selva,

su eterno motor.

 

Gonci