Ahora que soy costumbre,
levedad en el cosmos
y silencio en el sepulcro,
se masturban frente a mí
la energía y la juventud,
la plenitud y el horizonte
en una orgía pública
donde lloran los bebés,
los viejos se aquejan,
y tontos adolescentes corren y gritan
en un boceto de futuro.
Ahora que soy costumbre,
acidez lapidada de raíz
y depredador de madrugadas,
sonrío de cuajo cuando te pienso,
tonteo con tu sombra azulada;
y sin piedad rimo lo inrimable...
Con vodka en mano en la trinchera
me fumo el humo de tu invisibilidad,
aplaudiendo la magia
mientras leo libros de escapismo
que me acercan a ti.
RBP (25/8/24 - 14:08)