Salva Carrion

En el cementerio del aburrimiento

En el cementerio del aburrimiento,

todas las noches son de calmas letales;

algunos grillos rasguean un quebranto,

los cadáveres yacen cual sepulcrales.

 

Sobre el granito gris y frío de un túmulo,

tres borrachas, más un cadáver novato,

juegan al póker y beben, como estímulo

para olvidar ese lugar tan discreto.

 

De la niebla azul el silencio se quiebra:

la calavera canta “El rock de la cárcel”;

un gato rockero aplaude en la penumbra.

 

Entre esqueletos el reír es vital:

hasta los muertos se ríen y se burlan,

que en la eternidad todo es un festival.