El tiempo se ha opuesto en nuestras vidas,
y ya no somos los mismos de ayer.
Las cosas que lucian tan hermosas,
hoy parecen tal rosa, sin brillo ni color.
Tu cuerpo de extremada belleza,
y tus labios de fresa, son como un pedregar.
y yo, como un árbol de antaño,
parece que los años han matado mi fé.
Mi pelo escaso con escalchas, van dejando
la mancha que llega en la vejez,
mis ojas de tanta fortaleza, no tienen la pureza
de dar fruto otra vez.
Mi tronco de rigidez maciza, se fue como la brisa,
y he perdido la fé.
y las raices que sostenian mi cuerpo,
han muerto para siempre...
y así me moriré.