No pienso constantemente en ti,
porque eres como mi corazón:
habita en mi pecho,
me mantiene con vida,
forma parte de mis entrañas.
Y cuando lo percibo,
es porque me causa
alguna palpitación extraña
o algún dolor agudo,
que me oprime el alma
y me arranca el aliento,
y me hace recordar
que un día moriré.