Te fuiste sin hacer ruido
lanzando dardos silentes
de olvido con la mirada,
mi corazón quedó encogido,
siguió luchando sin darse
cuenta de que te habías ido
y lo que quedó detrás era solo
oscuridad donde no podrá entrar
ni un solo haz de ruido,
ni un soplo de suspiro.
Una infranqueable muralla
bloqueará cualquier intento
de acercamiento y nuestros
caminos no se volverán
a cruzar, la senda por donde
habíamos ido se volverá bosque
sin luz rodeado de espinos
y zarzas, sin rostros en los álamos,
sin recuerdos, sin heridas.