Y a nosotros nos narrarán como pasado.
No entenderán los tiempos que vivimos,
mucho menos la importancia de esta noche,
este hito en la vida de algunos,
otra noche más en la vida de tantos,
pero un enjambre de gentes que al moverse a la vez
parecen reales, incluso vivas.
Pero seremos pasado y por tanto relativos
y la belleza extrema, por indiscutible, extrema
a la que ciertas mujeres fueron condenadas
quedará a la imaginación de calenturientos paleontólogos.
Nada podrá evitar esa narración,
ese cuento sobre nosotros
que no podremos contar nosotros.
Quedará el mar como testigo,
pero el mar solo habla con hechos.
Y nada podrá convencer a ciertos humanos pretenciosos
que se presumen tan reales esta noche
que algún día seremos pasado
y tertulianos que no han nacido aún nos juzgarán
sin entender nada
sin reparar en nada
y del mismo modo asumirán
un poema de Neruda
o un chorro de dióxido de carbono
apuntando hacia un parque infantil.
Será para ellos lo mismo Hiroshima y Nagasaki
que Freddie Mercury cantando en Wembley,
cierto día de verano del ochenta y cinco.
Igual una cárcel de Pol Pot
que una canción de Nacho Vegas.
Igual las casitas de Birkenau
que el violín de Ara Malikian.
Y así podría seguir toda la noche,
pero esta noche es mía.
No de majaderos opinadores futuros,
no de Shakespeare, Cortázar o Benedetti,
genios pasados que ahora narramos nosotros.
Mía y de los insensatos coetáneos
que caminan por mi calle,
que parecen reales y se creen vivos.
No correré tras ellos. No les diré
que en algún momento futuro
nos narrarán como pasado
o que, para mayor desgracia
o tal vez la misma desgracia,
nadie quedará para narrarnos.
FIN
(Poema perteneciente al poemario breve \"Juro que no, que diría McCartney\" Segundo Premio del Concurso de Poesía de Salas de los Infantes, Burgos, 2020)