En poema ajeno llueven penas
y en el propio las mismas aterrizan;
penas, esas cual sargento te ordenan e imponen sangrar a herida limpia...
A carne viva, en los alambres afilados,
su ausencia son todas las ausencias...
Pero cargo con botiquín en mi equipaje, lo que ocurre es que caduca o lo extravío...
Pero su mirada otrora enamorada es hoy una fecha, un sello, un sobre sin abrir...
Y de todas las corduras compré la menos loca...
Y aquí, aquí, aquí resido en la ebriedad de su distancia,
la más cercana de un universo cualquiera, escogido al azar,
no sé cuál, pongamos que el mío, por ejemplo...
RBP (21/08/24) 19:17