Es triste que me llenes de tus besos, que me inunden como olas en la playa, pero no lleguen a calmar mi sed, sino que aviven la llama
de mi deseo.
Es triste que me llenes de amor, que me envuelvas en tus brazos cálidos, pero no logres sanar las heridas, sino que las abras aún más
profundamente.
El amor, a veces, es un corazón roto, un rompecabezas incompleto, donde las piezas no encajan
perfectamente, y la imagen final es un
paisaje desolado.
Es triste decirme un “te quiero”, sin haberlo sentido en el alma, como un eco vacío en una habitación oscura, donde las palabras flotan sin
encontrar su destino.
Y es aún más triste decirme “nunca me iré”, cuando ya te has ido sin pronunciar el último adiós en otros abrazos, dejando solo el eco de lo que
pudo haber sido.
Así es la tristeza en versos, una melodía que se desvanece en el viento,
pero que deja su huella en
el corazón