Alberto Escobar

Un peso...

 

El sueño se rompió, 
de repente, la puerta se abrió,
dos voces de mujer libres,
pensándose solas, vívidas,
alegres, ciegas, arrasantes. 
Y se me rompió el sueño,
de madrugada —serían las dos—,
en pleno rem, libres, ciegas,
desconsideradas, en el balcón,
dos sillas mirando el paisaje
que al día siguiente puse
en su sitio, dos vasos de plástico
con sendas cañitas, un palitroque
de una de las sillas, la mía, libre,
en el suelo, al lado de mi ventana,
víctima del arroyuelo que sus risas
dibujaron en el silencio de la noche,
pleno conticinio y ellas absortas,
ignorantes del descanso del mundo. 
Me desperté tarde, algo pesado
de cabeza producto de no haber
descansado como corresponde, 
ducha fría, mandarinas con yogurt
griego, múscica suave de fondo,
unos dedos sobre un teclado...
Tengo que hablar con ella.
Lo de anoche no debe repetirse.
El sueño se me rompio...
y ahora recojo uno a uno
los restos del naufragio, 
de mi naufragio, y los guardo
donde no molesten, y me recupero
lentamente, como un segundo
sucede a otro, sin prisa.
Sí, sigo con peso en la cabeza.......